OPINIÓN | A los toros…mis huevos

  Por: Rubén Espinosa
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Cuando era niño crecí con las historias mitológicas del torero Manuel Benites ‘el cordobés’ que llegó a la Plaza de Toros Quito. Las historias eran contadas por mis abuelos paternos y mi papá Ernesto. Me decían que este torero tenía la capacidad de hacerle obedecer al toro con sus movimientos, si ‘el cordobés’ alzaba la mano y el toro la movía hacia ese lugar, por ejemplo, le mostraba el avión y el toro alzaba la cabeza y lo veía. Eso de alguna forma me emocionaba saber lo que una persona podía hacer eso a un animal que se veía tan fuerte; la idea del humano contra la bestia, la razón, venciendo a la fuerza.

Cuando era wambra y vivía en San Blas, barrio del centro histórico de Quito, recuerdo que mis abuelos compraban abonos todos los años para ir a las corridas de toros en diciembre, por las fiestas Quito. En este emblemático San Blas, existe la histórica también Plaza de Toros Belmonte, ubicada en las calles, José de Antepara y Vicente de León. Ahí asistíamos a ver los toros populares y novilladas, donde valerosos vecinos enfrentaban al animal con costales y trapos, además, uno que otro añiñado con una capa de torero prestada por algún familiar.

Pasó el tiempo y mi postura antitaurina se fue creando a raíz de un reportaje de un programa de televisión donde pasaron imágenes desgarradoras sobre la agonía y posterior muerte de los toros de lidia después de la corrida. Participé en varias marchas contra las corridas y voté para que se eliminen las corridas del Quito, aunque no logré que se quite del todo en el país.

Con el pasar del tiempo fui conociendo y comprendiendo que este emblemático animal de más de 500 libras, totalmente musculoso y fuerte fue traído desde los países árabes y colocado en los terrenos de la sierra ecuatoriana donde eran criados al campo libre, posteriormente era sacado de ese hábitat para el deleite de los grupos oligárquicos y de poder de esta Franciscana ciudad de Quito, por eso el nombre de la Feria ‘Jesús del Gran Poder’, que hace referencia a un Cristo estropeado, sangrante, sudado, con coronas de espinas, que me hace recordar la cultura barroca de mi país.

Varios grupos defensores de los animales exponen que solo ocho países en el mundo conservan las corridos de toros: España, Francia, Portugal, México, Colombia, Venezuela, Perú y Ecuador, pero países como Italia, Argentina, Uruguay, varias ciudades de España, incluida Barcelona, ya no realizan corridas.

Las ferias de toros es igual que darle ‘circo al pueblo’ para que se olvide de los problemas que acontece en un país, al puro estilo de Circo Romano. El torero hace su ‘paseíllo’ con esas licras apretadas donde se destacan sus glúteos apretados por la arena, y cuando eso sucede, no es más que recordar la película Gladiador, cuando se dirigen a las autoridades locales diciendo: «Ave César, los que vamos a morir te saludamos», de esa manera la gente en las generales, perdón, barrera, contrabarrera, sol y sombra, gritan de alegría por este tipo que se enfrenta a la muerte, es decir, enfrenta en ventaja a un toro asustado, con adrenalina por el maltrato previo y totalmente descontrolado por estar en otro lugar.

En Quito, desde el 2011, año que nació mi hijo, ya no se practican las corridas, según algunos taurinos y políticos afirman que con ello la ciudad pierde cerca de 5 millones de dólares que daban de comer a muchas familias en esos días, pero eso es el precio político que deberán enfrentar las autoridades que realizaron esa Consulta Popular, donde además, ‘metieron la mano a la justicia país’ (algunos no leímos bien los anexos).

No sé por qué no seguí con esa tradición taurina de mis abuelos, quizá por los panas y profes de la Facso; aunque si me agrada ver los toros de pueblo donde la gente del lugar comenta: “los toros no han estado buenos, solo murieron dos. Cuando son buenos hay cinco o seis muertos”, o el Novillo de Bombas que se realiza en el cantón Mira, provincia de Carchi, aunque igual sigo pensando que es una forma de maltrato, es por eso que cuando me dicen vamos a los toros les respondo “A los toros…. mis huevos”.

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