Entre sus familiares y amigos, al portovejense Nilo David Guillén Palma lo conocían como “Pecas” casi desde que nació el 4 de mayo de 1989 en Portoviejo, Manabí. Fue el tercero de los hermanos de la familia Guillén Palma.
Y con el sobrenombre de “Pecas”, que a él le agradaba mucho porque se sentía querido por la gente que lo rodeaba, creció y estudió en la capital manabita con un único sueño: ser policía.
No fue, en este oficio, el único en la familia: la vocación policial la heredó con orgullo de su abuelo materno, Víctor Palma Andrade, quien transmitió su legado a la familia.
Y en ese realización personal y profesional se encontraba Nilo David, en la de esforzarse por ser un gran policía, cuando en la noche del 19 de febrero de 2020 un criminal, al que él y sus compañeros perseguían, lo disparó y lo mató.
Llevaba nueve años de servicio y estaba satisfecho de su trabajo, aunque quería aprender más, formarse mejor, entregar toda su inteligencia y su fortaleza física al cuidado de la gente, de los ciudadanos.
Al momento de su muerte estudiaba a distancia la carrera de Trabajo Social en la Universidad de Milagro. Otra muestra de su vocación de ayuda a la comunidad.
Sería por eso que cuando alguien le preguntaba qué haría si naciera otra vez no dudaba en repetir que volvería a ser policía.
Porque Nilo David era así: decidido, valiente, luchador, aguerrido, solidario.
Creció en el Barrio Florón 4. Su familia lo recuerda como un niño inquieto, activo, ordenado, sociable y correcto en todos sus actos.
La vida, sin embargo, le tenía preparado retos difíciles y tristes. Apenas tenía cinco años cuando perdió a su padre, un electricista respetado y querido en la zona donde vivían.
Estudió la primaria en la Escuela Tiburcio Macías, en el centro de la ciudad, y luego en El Florón, escuela Pedro Zambrano.
Todavía niño, acompañó a su madre, Maryuri, a una larga migración a Venezuela, donde juntos permanecieron cuatro años. A su regreso, Nilo David terminó sus estudios secundarios en el Instituto Pablo Emilio Macías Sabando y en el Colegio Olmedo.
Con su trágica muerte deja una viuda, Laura, y cuatro pequeños hijos: Nilo Ismael (11 años), Daila Abigail (8), Daleska (5) y Daylan David (3).
En casa lo recuerdan como hogareño, tierno, juguetón y un gran cocinero. Pero también era un apasionado de la natación, del fútbol y de las mascotas, en especial de los perros.
Persona sencilla, de buen corazón y de temple, nunca olvidó que cuando fue niño trabajó en la agricultura, lustró zapatos y vendió caramelos. Entendía que ayudar económicamente a su familia era un asunto de dignidad y de amor.
Su vocación empezó a cristalizarse a los 23 años, cuando ingresó a la escuela de formación La Esperanza y se graduó como policía, justamente el mismo mes y casi la misma fecha que lo asesinaron: 15 de febrero del 2011.
Entregó nueve años de servicio a la institución en las áreas preventiva e investigativa en Guayas y Manabí. Los dos últimos años trabajó en la Policía Judicial del cantón El Carmen, el cantón donde ciudad donde se enfrentó a la delincuencia y cayó bajo las balas criminales.
Se especializó en el XXVII curso de la Policía Judicial y en el V internacional en julio de 2014.
Durante su trayectoria policial, y gracias a su denodado trabajo, recibió felicitaciones públicas y privadas. Incluso se le entregó una condecoración al mérito profesional “Gran Oficial” por su destacada e incansable labor al servicio de los ciudadanos.
El policía Nilo David Guillén fue un apasionado por su institución: fomentó el compañerismo, inyectó alegría a su unidad, impulsó el trabajo en equipo, realizó toda actividad que se le encomendaba sin importar el riesgo o la complejidad. Fue un hombre que siempre disfrutó de su carrera, de sus compañeros y, sobre todo, de pertenecer a la Policía Nacional.
Sus compañeros y colegas destacan en él la pasión por el trabajo y la convicción del juramento de servicio: si fuera necesario, ofrendaría su vida por la paz y la seguridad de la sociedad.
Nilo Guillén Palma será siempre un ejemplo para muchos policías. Un ejemplo de valor, de coraje, de empuje, de decisión.
Al igual a la institución a la que perteneció, estaba convencido de que el país no puede doblegarse ante una delincuencia cada vez más avezada y letal, porque todos los ciudadanos ecuatorianos merecen protección y seguridad en la construcción de una sociedad de paz y de progreso. (Boletín Policía Naciona)
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