Quito es una ciudad que debería ser más consciente sobre su vulnerabilidad sísmica. Para tener una idea de lo que esto significa, si en Pedernales y Manabí fallecieron 700 personas (a consecuencia del terremoto de 7.8 en 2016) solo en La Roldós (norte de Quito) pueden morir 50 mil personas.
Para Pablo Moreira, presidente del Colegio de Arquitectos del Ecuador, si no se emprenden proyectos de reforzamiento estructural para las viviendas en esta ciudad “estamos complicados”.
El experto reveló que el 65% de las construcciones en Quito son informales y muchas están localizadas en zonas inseguras, por tanto, existe un 65% de riesgo de que exista una gran mortandad en caso de que hay un sismo similar al de Manabí.
A ello se suman otros datos sobre el tema, donde se advierte que “en un evento sísmico de mediana intensidad, este tipo de construcciones tienen la probabilidad de sufrir daño extensivo en un 80% y de colapso en un 45%”.
Ante esta preocupación, en julio, el CAE-P iniciará un plan piloto de reforzamiento de viviendas en La Roldós. (Metro)
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