Las manos de Adriana, de 19 años, estaban esposadas mientras subía a las oficinas de la Dinased Chimborazo. Al parecer, esas mismas manos le habrían quitado la vida a su pequeña hija de tres años y cuatro meses, a punta de escobazos.
La mujer pisaba cada escalón con la mirada perdida, como si no entendiera lo sucedido en su vivienda, ubicada en el sector de la Vasija, barrio La Esperanza, sector nororiental de Riobamba.
Al regresar, la infante había regado azúcar y otros enseres, causando un ‘tiradero’, lo que provocó la ira de su progenitora, quien al parecer habría tomado un palo de escoba y le dio una golpiza.
En la tarde, la niña habría botado espuma por la boca. Por esa razón Adriana la llevó a eso de las 17:00 al centro hospitalario, pero la nena ya no tenía signos vitales.
Los médicos trataron de revivirla. Su frágil cuerpo presentaba huellas de violencia, como un moretón grande en su quijada y otros en sus brazos. Su espalda baja todavía estaba rojita.
Ante la situación, los galenos del Hospital Provincial de Chimborazo llamaron a la Policía Nacional.
Luis Montesdeoca, jefe de la Dinased Chimborazo, indicó que fueron alertados de la presencia de un menor de sexo femenino que había llegado hasta la zona de emergencias de la casa de salud sin vida.
El fiscal de turno ordenó el traslado del pequeño cadáver hasta la morgue de Riobamba para la realización de la necropsia de ley, en la cual se confirmó la causa de muerte: un trauma craneoencefálico.
La fiscal Mariela Victoria Quintanilla relató que los hechos se registraron la mañana del 21 de noviembre de 2022 y que la primera agresión ocurrió porque la pequeña se habría orinado en el pantalón.
Minutos más tarde, la niña habría estado jugando con el azúcar y demás utensilios de cocina, por lo que Adriana Melissa A. A. le sacó la ropa y la golpeó con un palo de escoba.
La agresión le provocó un hematoma y desgarro en el ángulo hepático del colon, causando un shock hipovolémico que produjo su muerte inmediata.
Según la investigación, se habría evidenciado la presencia de varias equimosis, formación de costras, rasguños, pellizcos en las orejas en proceso de resolución, lo que hace presumir agresiones anteriores.
En 2020, la tenencia de la menor fue transferida a su abuela a causa de una depresión posparto de la hoy procesada. Sin embargo, este año, la abuela decidió devolver a la niña mediante una acta de conciliación.
Cuatro meses después, ocurrió el fatal desenlace.
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