PRIMICIAS.EC . El ceviche que preparó el restaurante Mitad del Mundo y sirvió en pequeños pocillos incluyó maní en su preparación, un guiño directo a la cocina manabita. A pocos pasos, Doña Marthita repartía su versión de la tonga, envuelta en hojas de plátano como manda la tradición. Ninguno de los dos platos figuraba antes en sus cartas, pero ambos locales decidieron arriesgarse y sumar un pedazo de Manabí a su menú durante la presentación en Madrid de esta provincia del litoral ecuatoriano como Región Gastronómica Mundial 2026.
Esta designación, entregada por el Instituto Internacional de Gastronomía, Cultura, Arte y Turismo (IGCAT), ha puesto en la mira a España como socio estratégico. En la ruta hacia ese reconocimiento, los emprendedores y restaurantes ecuatorianos radicados en ciudades como Madrid o Barcelona no solo son vistos como aliados, sino como protagonistas en la tarea de proyectar la cocina manabita hacia el mundo.
“Cuando nos imaginamos Manabí en el mundo, vemos a España en primer lugar”, afirma Orazio Bellettini Cedeño, director ejecutivo de Fundación Fuegos y parte de esta acción colectiva que ha derivado en esta importante designación. Para él, la presencia organizada de migrantes y empresarios ecuatorianos en la península abre una oportunidad única: “España, como el primer país donde se ve un proceso organizado de manabitas y ecuatorianos que buscan lo que todavía no se ha logrado, que la gastronomía manabita ecuatoriana destaque entre las mejores del mundo”.
El camino arrancó en Barcelona, con el relevo simbólico de Cataluña —Región Mundial de la Gastronomía 2025— hacia Manabí, durante la Primera Cumbre Mundial de Gastronomía que terminó el 30 de septiembre. Patricio Tamariz, uno de los mayores expertos de turismo de Ecuador y parte del Comité Promotor de la candidatura de Manabí, lo recuerda como un hito: “Lo impactante fue ese relevo que dio en el Palacio de Pedrables en Barcelona, la región de Cataluña, ese relevo pasó ya a la región de Manabí”.
Las alianzas empiezan a tomar forma más allá de lo protocolario, aunque todavía en una fase incipiente. Tamariz habla de contactos con universidades como la Autónoma, la de Barcelona y el Basque Culinary Center, con la intención de abrir convenios de formación. “Ya hemos conseguido poner en marcha los acuerdos para explorar intercambios de profesores y programas de capacitación”, señala.
Los migrantes como embajadores
El rol de la comunidad ecuatoriana en Madrid es central. Bellettini reconoce “la riqueza de creatividad de los ecuatorianos que residen en Madrid”, y plantea un compromiso concreto: “Comprometerse a que un porcentaje de los productos vengan de Manabí o del Ecuador, que los negocios de migrantes se conviertan en una vitrina para los productos ecuatorianos y manabitas”.Para Miguel Ángel Méndez Molina, fundador de Raíz Ecuador, un proyecto que busca aglutinar a los ecuatorianos que se dedican al negocio de la restauración, la capital española es el escenario natural de la proyección manabita: “Madrid, que es una ciudad cosmopolita importante, tenemos que aprovechar la estructura y cómo no presentar este proyecto aquí en Madrid”, mencionó en su discurso.
El plan no se limita a los restaurantes existentes. La estrategia contempla que jóvenes manabitas estudien en España y regresen como líderes culinarios: “Queremos estos restaurantes manabitas en todo el mundo. Ellos van a ser los embajadores”, sostiene Tamariz y asegura que ya trabaja en becas y apoyos especiales con instituciones europeas.
En la presentación, organizada por la Embajada de Ecuador en España, también estuvo el ministro de Agricultura, Danilo Palacios, que llegó a España por otro evento, el Fruit Attraction. Sobre Manabí dijo que es un «ejemplo» y que está «abriendo la puerta a Ecuador para hacernos reconocer». Sin embargo, reconoció la «situación complicada» que atraviesa Ecuador y la percepción que existe a nivel internacional sobre la peligrosidad del país. “Las dificultades te llevan a buscar soluciones y parte de eso es unirse, producir y, por ejemplo, usar la gastronomía”.
En la presentación de Manabí como Región Gastronómica Mundial 2026, la inseguridad fue un tema esquivado, pero los entrevistados reconocieron que la violencia golpea con fuerza a la provincia y al país, pero defendieron la promoción culinaria como una estrategia para contrarrestar esa imagen.
Bellettini admitió la paradoja de lanzar la candidatura en uno de los contextos más duros:
“Cuando presentamos la candidatura de Manabí como región mundial de gastronomía era un legítimo cuestionamiento de presentarla en uno de los momentos más duros. Pero si nos dejamos amilanar por la dureza del contexto, la situación va a ir para peor”.
Orazio Bellettini Cedeño, director ejecutivo de Fundación Fuegos
En la misma línea, Tamariz apuntó a la necesidad de invertir en comunicación para revertir la imagen negativa en el extranjero: “Lo que nos ha faltado en Ecuador toda la vida ha sido la comunicación, la suficiente fuerza en comunicación. Con constancia y con fondos suficientes, el balance positivo le hace el balance negativo”.
Sobre los fondos, Bellettini explicó que la candidatura de Manabí como Región Gastronómica Mundial 2026 se consiguió más con ingenio que con dinero y estimó que hubo un gasto de alrededor de 200.000 dólares, pero ahora viene otro nivel de exigencia. Para la implementación del plan quinquenal —que arranca en 2026— se requerirá un presupuesto de 15 millones de dólares, es decir, 3 millones anuales. Ese monto cubrirá desde promoción internacional hasta innovación, educación gastronómica y revalorización de productos locales.
Bellettini detalló que los fondos deberán provenir de un esquema mixto: aportes de instituciones públicas como el Ministerio de Turismo y la Prefectura de Manabí, cooperación internacional y, sobre todo, el sector privado, al que calificó como clave para aprovechar esta “oportunidad de expandir nuestros mercados”.
De momento, Manabí, o más bien su gastronomía, congregó a los migrantes ecuatorianos en un centro cultural del norte de Madrid y los dueños de restaurantes se pusieron su chaqueta blanca para posar junto a los que lograron el reconocimiento de Manabí. Tras el evento se llevaron la promesa de ser parte de ese “manabitismo” y un sombrero blanco vaquero.
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