Víctor Manuel Reyna Zambrano había llegado apenas diez minutos antes a la casa de su madre, ubicada en la cooperativa Antonio Neumane, en el sector de la isla Trinitaria, al sur de Guayaquil, cuando varios sujetos armados, a bordo de lanchas y motocicletas, irrumpieron en la zona y dispararon contra las personas que se encontraban congregadas en una esquina cercana al estero.
Zambrano, de 30 años, quien trabajaba como mensajero, intentó huir para evitar ser impactado por los disparos. Sin embargo, los atacantes lograron alcanzarlo y acabaron con su vida y la de otras cinco personas, entre ellas una menor de 15 años.
El hecho violento se registró alrededor de las 19:45 del domingo 13 de abril. El lugar donde ocurrió la masacre forma parte del distrito Esteros, que con este hecho suma 86 personas asesinadas en lo que va del año, esto es 31 más que en el mismo periodo del año pasado.
Las otras víctimas mortales fueron identificadas como Ramón Stalin Villamar Bravo, de 35 años, quien tenía dos antecedentes penales por tráfico de drogas; Juan David Caicedo Acosta, de 24; Jared Nelson Realpe Montezuma; José Gregorio Pérez, ciudadano venezolano de 24 años; y la adolescente previamente mencionada.
“Parecía una película de terror. Un grupo de hombres armados con pistolas y fusiles atacó a todos los que encontraba a su paso. No hemos podido dormir. Tememos que regresen, entren a las casas y nos maten a todos. Dejaron a tres personas heridas y se llevaron a otras tres a la fuerza, las subieron a una lancha”, relató una moradora, tía de Víctor.

Su madre, Esther Zambrano, contó que su hijo había llegado a visitarla tras ejercer sufragar. Pasó unos minutos conversando con ella, luego subió a su motocicleta y se acercó a saludar a vecinos y familiares que se encontraban cerca del lugar donde se produjo el ataque.
“Cuando escuché los disparos sentí un dolor en el corazón, como si algo me dijera ‘tu hijo’. Salí corriendo y lo encontré en el piso, sin vida. Era un chico trabajador, solo vino a visitarme, no vivía en este barrio. Era el menor de mis tres hijos”, expresó Esther, mientras familiares y vecinas intentaban consolarla y la abanicaban con una tapa de olla.
Los familiares de Jared indicaron que él trabajaba como guardia. Había ido a visitar a su madre, quien vivía en la zona, aprovechando que le correspondía votar en un colegio cercano. “Llegó buscando a su mamá, pero como no estaba, se quedó conversando. Luego salió a merendar con su esposa y justo en ese momento ocurrió la balacera”, relató su tía.

En el caso de José Gregorio Pérez, sus allegados contaron que trabajaba en una pollera. Había salido del local para comprar una merienda cuando fue alcanzado por las balas. Llevaba tres años en Ecuador. Sus restos serán cremados y trasladados a su país de origen.
Una fuente de la Policía indicó que, según versiones de moradores, el sector se encuentra en disputa por el control del territorio para el expendio de droga. “Los moradores manifestaron que la zona está dominada por el grupo delictivo Los Lagartos, que mantiene una disputa territorial con los Latin Kings y Los Carniceros”, agregó el investigador. (AEB)