Después de semanas de dolor, incertidumbre y reclamos desde las profundidades de la Amazonía ecuatoriana, finalmente hay una respuesta oficial: la bacteria leptospira es la causante del brote que ha enlutado a las comunidades del cantón Taisha, en la provincia de Morona Santiago. Así lo confirmó el Ministerio de Salud Pública (MSP) la tarde de este 3 de mayo, tras los análisis realizados por el Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública (INSPI).
«Como resultado de la búsqueda activa en la comunidad de Taisha, el estudio epidemiológico de los casos y análisis de las muestras, se ha identificado una positividad para leptospirosis«, señala el comunicado oficial.
La cifra de víctimas ya asciende a ocho niños fallecidos. Otros 46 pacientes, también con síntomas compatibles, están siendo tratados con un esquema mixto de antibióticos, que abarca tanto la leptospirosis como infecciones por enterobacterias. El tratamiento se administra en los centros de salud locales y en las propias comunidades.

¿Qué es la leptospirosis?
La leptospirosis es una infección bacteriana transmitida comúnmente por contacto con agua o suelo contaminado con orina de animales infectados, en especial roedores. En los seres humanos puede manifestarse con síntomas leves como fiebre, dolor de cabeza o vómito, pero en casos graves puede evolucionar a ictericia, insuficiencia renal e incluso la muerte.
El drama de la selva: agua contaminada, caminos imposibles y niños que mueren en silencio
Como lo publicó EXPRESO, desde noviembre de 2024, una sombra de enfermedad y muerte comenzó a expandirse por las comunidades achuar de Taisha. La vida cotidiana, marcada por la dependencia de los ríos como única fuente de agua, a decir de las comunidades, se convirtió en el canal de un brote mortal. La falta de infraestructura, el aislamiento geográfico y la escasa atención estatal fueron el caldo de cultivo para una emergencia que muchos sienten que fue ignorada por demasiado tiempo. Días atrás, las autoridades hicieron una serie de exámenes al agua y áreas aledañas.
«De esa agua vivimos todos… ahí lavamos, cocinamos, nos bañamos y bebemos. Esa misma agua nos está matando», relató con desesperación Janteh Tenttez desde Surik Nuevo, una de las comunidades afectadas.
En lugares como Mashuim, Pampantza o Saum, la historia se repite: niños con fiebre alta, vómito, diarrea con sangre y una debilidad que los consume rápidamente. La mayoría de los casos comenzaron con síntomas leves, pero sin atención oportuna, la enfermedad avanzó con violencia. El caso de Ikiam, un niño de solo siete años que murió en brazos de su madre tras horas de agonía, se convirtió en un símbolo del abandono.
El acceso a salud es prácticamente inexistente. Desde algunas comunidades se requieren hasta cuatro horas de caminata o el pago de costosos vuelos en avioneta para llegar a un centro médico. A veces, no hay ni siquiera paracetamol disponible. “No tenemos centro de salud cercano, solo paracetamol, y a veces ni eso”, denunció Geovanny Antuash, padre de familia.
Respuesta tardía y lucha comunitaria
Ante la falta de atención estatal, los propios líderes comunitarios han tomado la iniciativa. Ernesto Yawa, presidente parroquial de Huasaga, abrió un centro de acopio en Macas para recolectar agua potable, alimentos y productos de higiene. “No podemos esperar más. Nos toca ayudarnos entre nosotros”, expresó.
Las brigadas del MSP llegaron recién el 26 de abril, cuando ya se habían reportado varios fallecimientos. Desde entonces, han intervenido nueve comunidades rurales con más de 800 atenciones médicas. Cuatro de esas comunidades concentran la mayoría de los casos.
«Exhortamos a mantener medidas de prevención como el consumo de agua segura (hervirla de ser posible), almacenar correctamente agua y alimentos, evitar el contacto con posibles fuentes de contaminación como agua estancada y mantener patios limpios», advirtió el MSP. entonces.