Una llamada bastó para que Ariel Palma, de apenas 22 años, saliera de su casa sin saber que caminaba hacia una emboscada mortal. Fue asesinado con brutalidad al pie del cementerio de Las Jacuatas, en Montecristi, donde había ido a visitar a un familiar. Lo acribillaron con al menos seis disparos que apagaron su vida en segundos y destrozaron a una familia entera.
El crimen ocurrió la tarde de este sábado. Testigos relataron que Ariel se detuvo en el lugar tras contestar una llamada telefónica. Pocos minutos después, fue interceptado por desconocidos armados que le dispararon sin piedad. Su cuerpo quedó tendido en la calzada, con la mirada fija hacia el cielo, en una escena desgarradora que paralizó a todo el sector.
Minutos más tarde, su madre llegó al sitio del crimen. Al ver a su hijo ensangrentado, se desplomó en el suelo, gritando de dolor, incapaz de asimilar la escena. “Era mi niño, era mi hijo”, alcanzó a decir entre sollozos. Vecinos intentaron consolarla, pero el ambiente era de puro llanto, desesperación y rabia.
Los agentes de la Policía Nacional y Criminalística acudieron al lugar para levantar indicios y trasladar el cuerpo al Centro Forense de Manta. Aún no se confirma el motivo del crimen ni la identidad de los responsables. Las investigaciones están en curso.
Este nuevo asesinato vuelve a poner en evidencia la grave crisis de violencia que enfrenta el distrito Manta, Montecristi y Jaramijó. Con la muerte de Ariel Palma, ya son 175 los crímenes violentos registrados en lo que va del año en esta zona de la provincia de Manabí.
Mientras las cifras siguen en ascenso, en los barrios solo quedan las velas, los rezos, las madres vestidas de negro y el miedo constante de convertirse en la próxima víctima.
?? Ariel no volvió a casa. Y con él, se fue una parte del alma de su madre, que ahora solo tiene el silencio y el recuerdo de su voz diciendo: “mamá, ya vengo…”
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