
San Clemente, una localidad del cantón Sucre, en el norte de Manabí, conocida por su actividad pesquera y su atractivo turístico, ha sido escenario de un violento crimen que ha conmocionado a sus habitantes. Apenas a un kilómetro de la zona donde Celso Moreira, alias «el patucho Celso,» fue capturado el lunes pasado, se ha reportado el asesinato de un hombre a bordo de una camioneta
La víctima fue identificada como Fabricio García, conocido popularmente en la zona como «El Jaguar», de aproximadamente 50 años de edad. Testigos relatan que el vehículo, una camioneta doble cabina de color negro, fue interceptado por sujetos armados que dispararon a quemarropa, dejando a la víctima sin vida en el asiento del conductor.
Este suceso ha encendido las alarmas entre los residentes, quienes tradicionalmente han visto a San Clemente como un refugio de paz. El temor se ha apoderado de la comunidad, que ahora mira con recelo la escalada de violencia. La percepción de que la tranquilidad de la zona está en peligro se ha intensificado, y muchos se preguntan si este tipo de hechos se convertirán en una lamentable normalidad.
La captura de «El Patucho Celso» y la crisis de violencia en Manabí
La detención de Celso Moreira, considerado un líder «silencioso» de la organización criminal Los Choneros, se llevó a cabo el pasado lunes en una tienda local. Junto a él, otras cinco personas fueron aprehendidas, y ahora son investigadas por el delito de delincuencia organizada en Quito.

Todo esto se genera en medio de una ola de violencia que sigue azotando la provincia de Manabí. Con casi 900 muertes violentas registradas en lo que va de año, esta provincia costera se encuentra en una situación crítica. El cantón Sucre, donde ocurrieron ambos incidentes, es el tercero más violento de la provincia, un dato que resalta la gravedad del problema.
El asesinato de «El Jaguar» en San Clemente, tan cerca del lugar de la detención de un cabecilla criminal, no solo agrava la cifra, sino que también genera la preocupación de que la presencia y la disputa por el control territorial de estos grupos están cada vez más cerca de la vida cotidiana de los ciudadanos. La ciudadanía exige a las autoridades acciones contundentes para devolver la seguridad a sus calles y proteger su tranquilidad.
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