Para humillarlo y por venganza. Son las razones que expone el exvicepresidente Jorge Glas para su traslado desde la cárcel 4 de Quito al Centro de Rehabilitación Social de Latacunga, en una carta escrita a mano.
En la misiva se autodenominó “preso político” e hizo un llamado ‘a hacer algo’ a los ciudadanos del mundo y a organismos políticos y religiosos, entre ellos la Santa Sede, la ONU, La Haya, la OEA y otros.
En redes, asambleístas correístas como Marcela Aguiñaga calificaron el traslado como arbitrario. “Ubicarlo en Latacunga lo incomunica con su familia”, dijo la legisladora.
Un contrario, Galo Lara, quien también estuvo preso en ese centro y se autodeclaró perseguido político de la era de Correa, escribió en Twitter: “Latacunga es donde Glas debía estar desde el primer día”.
A ese centro llegan personas privadas de la libertad de ambos sexos con sentencias en firme y otras sin su situación jurídica resuelta, es decir, son parte de un proceso judicial que aún está en marcha en cualquiera de sus fases (instrucción fiscal, sentenciados que mantienen su caso en instancias de apelación o casación).
.@EnClavePolitik:
El traslado de @JorgeGlas a #Latacunga viola los principios elementales de NNUU sobre tratamiento de reclusos; y es una respuesta política para tapar la mediocridad e ineficiencia de este gobierno en el control de los dispositivos electrónicos. pic.twitter.com/rStqh8eWgO— Marcela Aguiñaga (@marcelaguinaga) October 24, 2018