Una cámara funeraria inca sin precedentes por su tamaño y dimensiones fue descubierta en la costa norte de Perú con ofrendas, miles de crisoles de cerámica y restos óseos, algunos de niños posiblemente sacrificados, contó el arqueólogo Anaximandro Núñez, a cargo del hallazgo.
La cámara subterránea tiene más de 60 metros cuadrados, con grandes muros de adobe enlucido que miden aproximadamente unos 8 metros de largo y 4,80 de profundidad, medidas que nunca antes se habían visto en una construcción funeraria de los incas.
Por el tamaño de la cámara, los investigadores presumen que sirvió para sepultar a un gran personaje de la elite inca en compañía de otros individuos.
Núñez explicó que para construir esa cámara primero se excavó una gran y profunda fosa que después fue revestida con ladrillos de adobe y enlucida con arcilla extraída de las mejores canteras de la zona.
El espacio descubierto por los arqueólogos de la Unidad Ejecutora 005 Naylamp-Lambayeque del Ministerio de Cultura forma parte del complejo arqueológico Mata Indio, en el valle de Zaña, situado cerca de las actuales ciudades de Chiclayo y Lambayeque, cuna de grandes civilizaciones preincaicas como los mochica y los lambayeque.
Sin embargo, en el momento de su descubrimiento, a finales del 2018, la cámara ya había sido profanada y saqueada clandestinamente al encontrarse en un paraje alejado y aislado de otras excavaciones.
Cuando entraron los investigadores ya no quedaba ningún metal precioso que tuvieran los personajes allí sepultados, cuyas osamentas habían sido esparcidas, y lo único que rescataron fueron objetos de menor valor en la actualidad, como conchas spondylus y vasijas de cerámica.
Precisamente fueron las vasijas las que permitieron determinar que la cámara funeraria era de la época inca, mientras que los restos de niños permiten intuir que se trató de sacrificios humanos, una tradición muy propia de la época.
«Los niños fueron ubicados en fosas bajo el nivel del piso de roca, en dirección de este a oeste, un eje simbólico muy importante para la época», explicó el director de la Unidad Ejecutora Naylamp, Alfredo Narváez.
En una hornacina de las paredes se encontraron 37 valvas de spondylus, molusco de las profundidades del mar ecuatorial que era considerado por las civilizaciones prehispánicas como un objeto incluso más valioso que el oro.
Repartidos por el resto de la sala también había casi 4.000 crisoles y numerosas cuentas de conchas de moluscos, algunos objetos y láminas de cobre y plata, y dos vasijas aribaloides fragmentadas que se salvaron de los constantes saqueos a lo largo del tiempo.
Según los investigadores, la cámara padeció un primer gran saqueo en la época de la colonia y luego otro importante episodio similar a finales del 2018, justo antes de que la fosa fuese encontrada por los arqueólogos del Museo de Sitio Huaca Rajada-Sipán en octubre durante labores de vigilancia por la zona.
Narváez afirmó que «el sitio guarda un gran potencial científico, y por ende, se necesita adoptar medidas de trabajo para su preservación por la naturaleza monumental de la arquitectura funeraria, el simbolismo del lugar y el estatus de los personajes aquí enterrados».
Dado que se encuentra en una pampa sin ninguna construcción cercana, los arqueólogos consideran que puede tratarse de un gran cementerio inca, por lo que en los próximos meses esperan poder hacer más excavaciones en la zona.
El imperio inca fue el más grande de la América prehispánica, al expandirse desde Cusco (Perú) hasta la mitad sur de Colombia y el norte de Argentina y Chile. (El Telégrafo)