Los organizadores del rally Dakar buscan sede para su edición de 2020 y tienen abiertas tres líneas de negociación, en Sudamérica, donde se han desarrollado las últimas 10 ediciones, África, su escenario tradicional, y Oriente Medio.
En este último caso, sería el debut de la prueba en la región y el país que suena con más fuerza es Arabia Saudí, aunque las negociaciones no están cerradas, indicaron a Efe fuentes de la organización.
De hecho, señalan, ninguna de las tres posibilidades está por ahora firmada, por lo que aseguran que no es momento de confirmar ni desmentir rumores.
El Dakar se desarrolló en su pasada edición, en enero, exclusivamente en territorio peruano, la primera en Sudamérica en un único país.
Después de que Argentina y Chile acogieran la prueba en 2009, tras la suspensión en 2008 por la amenaza terrorista en África, Perú, Bolivia y Paraguay vieron pasar la caravana de coches, motos, camiones y otros vehículos.
Pero en los últimos años, los organizadores han visto reducirse el número de candidatos. Primero se cayó Chile en 2015, tras los desastres naturales sufridos, y este año fue Argentina la que se retiró alegando problemas presupuestarios.
Bolivia, que se había afianzado en las últimas ediciones como un socio fiable, también dijo no a la de 2019.
«Las renuncias de Chile, Bolivia y Argentina nos han llevado a ser más activos en la búsqueda de otros países. No puedo saber cómo será la economía de estos países dentro de un año y el Dakar tiene la responsabilidad de organizar una carrera de calidad», afirmó a Efe en mayo pasado el director de la carrera, Etienne Lavigne.
Ya entonces se refería a un regreso a África, el continente donde nació el rally, y se hablaba de llevar la carrera a Angola o a Sudáfrica. Pero también hizo referencia a contactos con Arabia Saudí.
El Dakar tiene una logística muy compleja y, por tanto, precisa de mucha estabilidad, repiten en la organización, que previenen de las dificultades que supone la improvisación.
Lo sufrieron en 2015, cuando Chile y Perú se retiraron y tuvieron que replegarse en Bolivia y Argentina. El año pasado, Perú apareció como el último recurso, demasiado riesgo para los organizadores, que activaron otras pistas. (El Telégrafo)