Busca un espacio diáfano, sin nada que interfiera en el ejercicio. Sitúate en el centro, alejado de las paredes y puertas. Enfúndate ropa sin pliegues de tela que sobresalgan, que sea cómoda y flexible (evita prendas como los vaqueros y similares), vacía la mente y concéntrate. Fija la mirada en un punto. ¿Preparado? Sin usar las manos ni los brazos para impulsarte, desciende lentamente, agáchate hasta quedarte sentado con las piernas entrecruzadas. Acomódate, fija la postura. ¿Bien? Ahora toca levantarse. Inicia el ascenso únicamente cuando te cerciores de que podrás completarlo sin emplear ningún apoyo. ¿Lo tienes? Experimento finalizado, es hora de valorar el resultado.
Partes de diez puntos totales, cinco por sentarte y cinco por levantarte. Debes restar uno por cada vez que hayas requerido una ayuda extra y medio en caso de pérdida de estabilidad. Si tienes entre 51 y 80 años y sumaste ocho puntos, tienes el doble de probabilidades de morir en seis años que quienes obtuvieron 10; con tres puntos, las expectativas de mortalidad se quintuplican. Así de dura es la prueba de sentarse y levantarse (SRT por sus siglas en inglés), que el director de investigación y educación clínica en Clinimex, Claudio Gil Araújo, ideó en 2011. La idea de poner a prueba la potencia muscular de una persona, un parámetro que asegura está directamente relacionado con su longevidad.
El científico había reparado en que sus pacientes, especialmente los más mayores, presentaban dificultad en la ejecución de tareas sencillas como levantar un objeto del suelo, subir unas escaleras (un ejercicio que no te hará adelgazar), y patear un balón. Son acciones que tienen la potencia como eje vertebrador de la funcionalidad, así que ideó el examen y se lo hizo a 2.000 personas. Los resultados animaron al brasileño a continuar poniendo a prueba su hipótesis, y recientemente ha presentado nuevos datos que la respaldan, en el congreso de la Sociedad de Cardiología Europea EuroPrevent 2019, celebrado el mes pasado en Lisboa.