Algo inexplicable sucede con la selección argentina: plagada de extraordinarios jugadores y capitaneada por el mejor del mundo, la albiceleste no fluye. Vive en un estado de tensión permanente que le impide desarrollar todo su potencial, sea quien sea el entrenador, sean quienes sean los compañeros en ataque de un Messi nuevamente desangelado y desesperado.
El estreno de Argentina en la Copa América fue una continuación de lo que se vivió hace un año en el Mundial de Rusia: pasan los entrenadores y pasan los entrenadores, pero permanece la sensación de que Argentina es un puzzle por encajar. Las piezas son magníficas (al menos en teoría), pero el conjunto no funciona.
COLOMBIA, MÁS EFICAZ
En Salvador de Bahía, Colombia fue superior a la albiceleste durante buena parte del partido: los muchachos de Carlos Queiroz le pusieron el ritmo y la intensidad que le faltó a Argentina, sobre todo en la primera mitad. La albiceleste, ahora bajo la batuta de Scaloni, se ahogó en la presión de Colombia y apenas generó fútbol.
En un partido intenso y muy físico, lo intentó Lo Celso en los primeros minutos, pero sin suerte. En ataque, ni Agüero ni Di María lograron romper al espacio o irse en el uno contra uno.
Y Messi, que actuó como teórico extremo derecho pero bajando a la media puta a recibir, ofreció su versión albiceleste: bien tapado por los colombianos, sobre todo por Barrios, que apenas le dejó respirar, el jugador del Barça arrancó atascado, aunque se fue soltando a medida que su equipo apenas dispuso de oportunidades, tras del descanso.
Colombia se adueñó del balón desde los primeros compases y obligó a Argentina a dar un paso atrás que se prolongó durante toda la primera parte. Un malentendido entre Armani y Otamendi estuvo a punto de darle un disgusto a Argentina, que no acababa de enchufarse al partido frente a la intensidad y la agresividad de los colombianos: Cuadrado puso el vértigo y James, la pausa, aunque a Colombia le faltó último pase y remate.
REACCIÓN DE ARGENTINA… Y GOLES DE COLOMBIA
Argentina mejoró tras el descanso: De Paul sustituyó a Di María como extremo diestro: el equipo albiceleste recuperó terreno y reconquistó el balón. Lo agradeció Messi, que pudo sacudirse del marcaje de Barrios y pisar más área rival. Suyas fueron las mejores ocasiones de Argentina, un remate de cabeza en segunda jugada tras un saque de esquina y un disparo cruzado.
Pero en su mejor momento, Argentina recibió un mazazo: en un latigazo inesperado, Roger Martínez firmó un golazo desde la frontal del área que condenó al equipo de Messi. Faltaban aún 20 minutos para el final.
Scaloni quemó sus naves, pero Argentina no tuvo capacidad de reacción. Messi lo intentó con una falta directa desde media distancia, pero poco después, Zapata, sustituto de Falcao, sentenció el partido culminando un contragolpe.