Los cafetales renacen tras 70 años en Manabí

Las zonas montañosas de los cantones Jipijapa, 24 de Mayo y Paján se pintan de verde profundo en esta época del año. Las lluvias moderadas que caen desde fines de diciembre surten su efecto en la naturaleza y el olor a tierra húmeda y café en proceso de secado se percibe por doquier.

A 500 metros de altura sobre el nivel del mar, bajo la sombra  de los  guaduales, naranjos, mangos, plátanos, papayas, guayacanes, palma de tagua, entre otros, emergen firmes los nuevos cafetos, plantas que forman parte del renacer del sector cafetero de Manabí.

Los cafetos no volvieron solos, lo hicieron en compañía de los productores que habían migrado hacia Manta, Portoviejo y especialmente Guayaquil.

Crucita María Sánchez Quimís es una de ellas. Salió de la parroquia la América de Jipijapa hace 15 años hacia Guayaquil. Desde hace dos años retornó al recinto La Rosita, donde vivió gran parte de su vida.

Este renacer del sector cafetero de Manabí fue posible a través del proyecto del gobierno denominado Reactivación de la caficultura ecuatoriana y cacao nacional fino de aroma (Rcecnfa).

Los días de Crucita empiezan desde las 05:00.  Se levanta a mirar  sus aves de corral, y luego prepara el desayuno para sus tres hijos y esposo. También se dirige hacia su parcela de dos hectáreas de café. Camina presurosa.

Hace tres años plantó en una parte de su tierra  los nuevos cafetos que son resistentes a la roya, peste que diezmó los cafetales viejos de la zona y de la provincia  hasta devastarlos.

“Ya están grandes (1,30 metros),  han crecido rápidamente y hasta produjeron sus primeros granos y están sanos”, afirma mientras sostiene entre sus manos una plántula de café que luego  planta.

Para llegar a La Rosita se transita por una vía carrozable que en algunos tramos está lodosa debido a las precipitaciones que caen en la zona.

En el sur de Manabí, donde se concentra el 60% de los cafetales de la provincia, se trabaja arduamente para recuperar al sector a través del Rcecnfa.

Ángel Orlando es el director de la iniciativa gubernamental. Cuenta que desde hace cinco años,  cuando se inició el proyecto del Rcecnfa, se han sembrado 18.000 hectáreas con los nuevos cafetos. Las semillas son de Brasil y son resistentes  a la roya. Se ha trabajado en 18 de los 22 cantones de la provincia.

Los productores cuentan con la asistencia técnica de más de 100 técnicos que trabajan día a día con los agricultores, afirma Orlando.

El técnico Óscar Vinces trabaja en la zona de Jipijapa y a los agricultores les enseña desde el tratamiento de la  tierra, hasta la preparación de  semillas para su germinación, posteriormente los guía en la siembra y luego los escolta  hasta que el cafeto empieza a pegar a la tierra  e inicia su etapa de crecimiento.

Se trata del renacer de la caficultura de Manabí, que después de 70 años, con la ayuda de los productores entre adultos y adultos mayores, le pusieron ganas al proyecto y tomaron la decisión de cortar los viejos cafetales para reemplazarlos por  los nuevos, afirma Vinces.

Los cafetales se desarrollan bajo los parámetros del sistema agroforestal. Al estar bajo la sombra de la vegetación nativa, el sol filtra lentamente, lo que permite que los azúcares del café arábigo sean más concentrados y se obtenga un producto de óptima calidad: es el café de las zonas altas de Manabí, afirma el técnico.

Los productores ahora no solo venden el café en cereza (recién cosechado) como antes, cada propietario, la mayoría minifundistas,  pues tienen parcelas de entre dos y cinco hectáreas, también seca, selecciona, tuesta y muele el grano, señala Orlando. Han incursionado en la era de los valores agregados, lo que les ha permitido mejorar las ganancias.

El agricultor Pedro López, del sitio Cerro Grande, donde los campesinos dicen que “Dios les da la mano”, accedió a un préstamo de $ 3.500 a través de BanEcuador para la renovación de sus cafetales. En las laderas de mediana pendiente en su propiedad de dos hectáreas, los cafetos lucen verdes y cargados de granos.

López, sentado al pie del  cafetal, dice que sus plantaciones viejas las reemplazó por nuevas después de 45 años. El valor agregado En la planta de procesamiento en Noboa, los técnicos revisan el grano para verificar la calidad, el producto será exportado a EU y Europa.

En la zona de Noboa del cantón 24 de Mayo, vecino de Jipijapa, los caficultores dieron el salto a la etapa del procesamiento. Ellos formaron la Asociación de Producción Industrial Cafeteros de Manabí, Asproincam.

Luis Alberto Pin es el presidente. Cuenta que desde hace tres años empezaron a comprar café de calidad a los productores del cantón. “Mejoramos los precios; mientras comerciantes les pagaban $ 12 por quintal, nosotros los ofertamos en $ 25, por eso nos confían su grano”, reseña.

Asproincam cuenta con 75 socios. En época de cosecha, que va de junio a agosto crea 20 puestos de trabajo para la recolección, secado y procesado.

Estos agricultores producen café tostado y molido. Su producto final estrella fue bautizado como ‘El Mañanerito’. Lo empacan en fundas de papel y se vende en supermercados y tiendas del país. También exportan grano certificado a Estados Unidos  e Italia, y ya gestionan el trámite para llevar su producto  a Rusia.

Según Pin, todo forma parte del proceso de  renovación de los cafetales de Manabí. “Teníamos en nuestra zona cafetales de más de 80 años, estaban muy viejos, por eso con el apoyo del Gobierno se pudieron dar los pasos iniciales para cambiar las plantas legendarias por las juveniles que además son resistentes a  pestes como la roya”. En el sur de Manabí se siguen sembrando nuevos cafetos. (El Telégrafo)

 

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