Hasta las 16:00 del domingo, ni la Policía Nacional ni el Ministerio del Interior se pronunciaron sobre un video en el que un miembro policial golpea dos veces a un detenido esposado que está en el suelo.
Este hecho, acaecido en Quevedo (Los Ríos), desató el fin de semana un debate en las redes. Hay ciudadanos que apoyan al gendarme y otros que cuestionan la agresión contra el detenido neutralizado.
En Twitter, el abogado Hernán Ulloa indica que el policía actúa como autoridad, y también como esposo y padre. “No detuvo a cualquier delincuente, sino a quien se metió con su familia. Esta mezcla de emociones lo excusa de cualquier sanción o reproche social”, cita.
La asambleísta María Mercedes Cuesta cuestiona la acción. “El presunto ladrón está esposado, en el piso, no hay ninguna necesidad de patearlo. ¿Es tan difícil de entender?”, estima.
La escena se filmó en la cooperativa Gustavo Campi, parroquia San Camilo, Quevedo, el jueves 8 y el antecedente consta en otro video: Un sujeto arrebata las pertenencias de una mujer, que sería la esposa del policía y que estaba con un menor. Cuando el asaltante está por irse llega el policía, ella avisa del ataque y el agente arranca sacando un arma.
En el otro video, el asaltante yace en el suelo esposado y descalzo. El policía le quita objetos, lo patea en la cara, llama por teléfono y vuelve a patearlo.
Ciertos ciudadanos apoyan al policía aludiendo la situación de inseguridad y se ofrecieron a defenderlo en un juicio. El ciudadano @victorvillamar escribió: “Total respaldo a este esposo y padre, en caso de necesitar apoyo, cuente conmigo”.
En cambio, @galo_valarezo escribió: “Debe ser enjuiciado y de ser encontrado culpable, destituido y sancionado. Aquí tenemos a un posible policía actuando criminalmente”.
Billy Navarrete, secretario ejecutivo del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, dice que no se justifica la agresión porque el sujeto no representa riesgo para él ni el entorno y que los policías están preparados para lidiar con esas situaciones, pero agrega que es comprensible esa reacción humana por el parentesco con la víctima. “Es alarmante cómo la gente reacciona (…), demanda mano dura”, expone. (El Universo)
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