De los 40 bancos privados que mantenían sus ventanillas abiertas en 1999, el peor año de la crisis financiera, Ecuador pasó a tener 24 al inicio del 2020.
Dos décadas después de la crisis financiera y de la dolarización, 13 instituciones bancarias de ese momento quedaron en pie. Las 11 restantes -con las que se completan las 24 plenamente operativas- se han constituido a los largo de estos años, mediante fusiones y cambio de cooperativas y sociedades financieras a bancos.
De los 40 bancos que había en la crisis financiera, trece mantienen sus operaciones: Amazonas, Austro, Bolivariano, Comercial de Manabí, Guayaquil, Internacional, Litoral, Loja, Machala, Pacífico, Pichincha, Produbanco y Solidario. Algunos han recibido nuevas inversiones, accionistas o se han fusionado con otras entidades.
¿Cómo sobrevivieron a la crisis financiera y al cambio de moneda? Julio José Prado, presidente de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca), sostiene que el sector “aprendió la lección”, de corregir los malos manejos corporativos, y se sometió a una estricta autorregulación.
“En los veinte años hemos atravesado tres períodos: del 2000 a 2008, depuración frente a los que tenían malas prácticas; del 2008 al 2017 (gobierno de Correa), control político de la liquidez; y del 2017 hasta la fecha (administración de Lenín Moreno), mejores condiciones”.
Los indicadores clave del negocio bancario y de la recuperación de la confianza son los depósitos y los créditos, dice.
Según cifras del Banco Central del Ecuador, en el 2000, con un PIB de $ 15.933 millones, los depósitos de la banca alcanzaron los $ 3.607,6 millones y los créditos, $ 3.584,8 millones.
Dos décadas después, esas sumas se multiplicaron: en el 2019, los depósitos llegaron a $ 31.599 millones y la cartera bruta, a $ 30.029 millones. Ambos indicadores bordean el 30% del PIB, mientras que en el 2000 no llegaban al 20%. La Superintendencia de Bancos registra 17 entidades financieras en liquidación. Entre ellas, dos bancos privados y dos públicos; el resto son mutualistas, financieras y fondos de cesantía.
El resto de mediciones oficiales son optimistas. La morosidad fue de apenas 2,7% el año pasado, cuando el umbral de riesgo está por sobre el 5%. “El ecuatoriano es un buen pagador y lo último que hace es dejar de pagar al banco. Eso también es confianza”, subraya Prado.
Pero el sistema enfrenta desafíos. Los críticos de la banca insisten en que las tasas de interés son altas y que si bien el año pasado no hubo crecimiento en general, los 24 bancos privados sí tuvieron utilidades por $ 615,7 millones.
Prado explica que mientras no se hagan reformas legales -por ejemplo, al Código Financiero- que regulan sus niveles de liquidez no es posible una reducción inmediata ni considerable del costo del dinero.
Señala que, precisamente por la normativa, no ha habido interés de inversionistas por abrir nuevos bancos en Ecuador, a diferencia de lo que ocurre en otros países. “Un solo banco panameño tiene más de $ 1.000 millones de rentabilidad, mientras aquí todo el sistema bancario tiene $ 600 millones. Esa es la diferencia”.
Sobre las ganancias de la banca, afirma que también es un asunto de confianza. “Nadie pondría su dinero en una institución con pérdidas”.
Buena parte de la evaluación positiva de estas dos décadas por parte de los banqueros se debe a la dolarización. “Hacer banca cuando la inflación llegó a superar el 100% y había hiperdevaluaciones… era casi imposible. Ahora se puede planificar a más largo plazo, porque el dólar casi que elimina los riesgo de inflación y de tipo de cambio”.
A ello, agrega, “al tener el dólar se reducen las intervenciones políticas a través de devaluaciones e impresión de dinero. No totalmente, pero sí en alguna medida”. (El Universo)