Ecuatorianos también salvaron judíos durante el genocidio nazi

Al mencionar la palabra Auschwitz se nos viene a la memoria el horror del genocidio nazi contra los judíos, pero este campo de la muerte no solo albergó a personas de esta raza, en sus terribles muros fueron asesinados gitanos, homosexuales, opositores políticos y todo aquel que pensara diferente. La máquina asesina del Tercer Reich.

Pero también a la memoria vienen los nombres de personas que se sacrificaron por salvar a decenas de judíos, que arriesgaron sus vidas para hacerlo, como es el caso del industrial Oskar Schindler; el autodenominado cónsul Giorgio Perlasca o el diplomático sueco, Raoul Wallenberg. De ellos se han escrito libros y filmado películas, ¿pero hay más personajes que se asemejen a ellos? Pues entre estos héroes salvados del anonimato también Ecuador puso algunos nombres y es válido sacarlos del olvido, justo hoy que se cumplen 75 años de la liberación de Auschwitz.

Primero debemos remontarnos una década atrás cuando en los años 30 se incrementa la migración judía proveniente de Europa, entre las causas podemos citar la crisis económica que se extendía a nivel mundial lo que provocó una inflación a gran escala en la mayoría de los países del mundo, especialmente de Europa y otro elemento vendría a ser la persecución de la que eran objeto en Alemania por parte del régimen nazi, más cuando se habían dictado las nefastas Leyes de Nuremberg en 1935.

América Latina fue considerado un continente apto para la migración, Ecuador estuvo vinculado a esta situación; Cuenca y Guayaquil fueron las que más migrantes judíos recibieron a partir de 1936.

A pesar de la llamada política de frontera abierta, el país comenzó a implementar políticas migratorias para regularizar la llegada de familias judías. En ese marco se implementa un decreto regulatorio para este tipo de migración durante la dictadura del general Alberto Enríquez en 1938.

Dicho decreto establecía que las personas de raza judía que llegaran al país deberían dedicarse exclusivamente a actividades vinculadas a la industria o la agricultura, pues se prohibía la realización de actividades comerciales, según el Gobierno, para proteger al comercio nacional de competencia desleal. Además, en el decreto se instaba a que, en el plazo de 30 días, los extranjeros de origen judío residentes en el país que no se dediquen a estas actividades tendrán que abandonar el país.

Cuando se inicia la guerra y comienza a perpetrarse la llamada Solución Final en la Europa ocupada por los nazis, hubo diplomáticos ecuatorianos que, pese a las restricciones, otorgaban visados a decenas de refugiados que huían de las matanzas, entre ellos destaca Manuel Antonio Muñoz Borrero.

Muñoz Borrero, nacido en Cuenca, un diplomático de carrera, por esos años desempeñaba el cargo de cónsul ecuatoriano en Suecia y, desde allí, otorgó decenas de visas a judíos, negándose a recibir cualquier tipo de compensación económica, siendo hostigado por la temible Gestapo, que intrigaba constantemente para que sea apartado del cargo.

El cónsul, pese a todas las complicaciones y riesgos de la tarea que estaba realizando y más cuando la mayor parte de Europa era territorio conquistado de Alemania, siguió sellando y firmando los pasaportes a los perseguidos, llegando a alterar las fechas para que no perdieran vigencia.

Después sería enviado a la legación diplomática en Colombia. Muñoz Borrero volvería después de la guerra al país donde fallecería en 1976. Logró salvar la vida a decenas de personas, por este motivo Israel le otorgaría en 2011 el título de Justo entre las Naciones.

En el ámbito diplomático, además de Muñoz Borrero, hay otros funcionarios ecuatorianos que ayudaron a los perseguidos, como José Ignacio Burbano, cónsul en la ciudad alemana de Bremen entre 1937-1940. Según las investigaciones, emitió cuarenta visas.

Fernando Chaves Reyes que desde 1938 fue designado cónsul de las ciudades de El Havre y Marsella y que también se destacó en la ayuda a los perseguidos. En 1941 regresó al Ecuador.

José F. Morpurgho, cónsul ad honorem en la ciudad de Trieste se suma a esta lista. Como dato adicional el checo Mnislav Zelený, escritor y exembajador checo en Ecuador, escribió para el periódico de Praga Mladá Fronta, un artículo en 2010, donde nombra a Ernst Fuchs, cónsul honorario del Ecuador en Praga desde 1929; Ji?í Vondrá?ek, nombrado vicecónsul honorario del Ecuador en 1936, y Karel Linhart, vicecónsul honorario desde noviembre de 1938, como funcionarios que ayudaron a cientos de personas a escapar de una muerte segura y encontrar refugio en Ecuador, gracias a los visados que concedieron.

Historias escondidas que merecen ser rescatadas para reconocer a los Schindlers ecuatorianos. (El Universo)

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