El cierre de los hospitales temporales y la reapertura del parque Disneylandia y las tiendas Ikea anuncian un paulatino retorno de China a la vida normal tras un mes y medio de estrictas medidas de confinamiento para luchar contra la epidemia del nuevo coronavirus.
En el país donde surgió la epidemia de COVID-19 a finales de 2019, la propagación de la enfermedad se ha ido frenando en las últimas semanas, mientras se sigue expandiendo en el resto del mundo.
Pero, aunque las draconianas medidas de restricción sigan en vigor y muchos habitantes prefieran seguir confinados en sus casas, el número de peatones y de automóviles en las calles de Pekín va aumentando cada día.
La tráfico de la capital dista mucho de ser el habitual -los transportes públicos siguen mayoritariamente vacíos- y son pocos los que se aventuran a salir al exterior sin mascarilla.
Pero, en Wuhan (centro), la ciudad de 11 millones de habitantes en la que apareció la epidemia, varios indicios apuntaban hacia un fin progresivo de las medidas de cuarentena impuestas el 23 de enero.
El aeropuerto de la ciudad anunció el lunes que algunos de sus responsables habían vuelto al trabajo, pero no precisó cuándo se reanudarán los vuelos.
Los empleados de todos los aeropuertos de la provincia de Hubei (cuya capital es Wuhan) fueron llamados a volver al trabajo desde el jueves.
Catorce de los 16 hospitales de campaña abiertos para los pacientes infectados por el coronavirus fueron cerrados, informó la agencia Xinhua.
En esos establecimientos, habilitados en fábricas, instalaciones deportivas o incluso un parque de exposiciones, se trató a miles de pacientes. Los dos últimos debían ser clausurados este martes.
Aún así, 19 000 personas siguen hospitalizadas en todo el país a causa de la epidemia. A mediados de febrero, había 58 000.
«No tan lejos»
Un responsable de alto rango del país dejó entrever el viernes que el aislamiento impuesto a Hubei podría tocar fin próximamente.
«El día que todo el mundo espera podría no estar tan lejos», declaró ante la prensa Ding Xiangyang, secretario general adjunto del gobierno.
La AFP contactó con algunos habitantes, que dieron cuenta de su impaciencia por poder salir de sus casas, sobre todo en los sectores de Hubei en el que no se anunciaron nuevos casos desde hace semanas.
La semana pasada, una alta responsable del gobierno visitó Hubei y muchos de los vecinos, enfadados, la recibieron con gritos y denunciando supuestos problemas de abastecimiento.
La provincia ordenó el 20 de febrero que las fábricas no reanudaran su actividad antes del 10 de marzo, pero algunos negocios indispensables como los supermercados y las farmacias siguieron funcionando.
A las puertas de Hubei, la provincia de Anhui (este) anunció que sus tres últimos pacientes fueron dados de alta, anunció la agencia Xinhua el lunes.
Y las escuelas de la provincia de Qinghai (noroeste) debían reabrir esta semana.
Reapertura de las tiendas Ikea
En Shanghái (este), el complejo Disnelyland reabrió parcialmente el lunes. El parque de atracciones sigue cerrado, pero un «número limitado» de tiendas, restaurantes y un hotel reanudaron su actividad, explicó el grupo estadounidense.
Por otro lado, el gigante sueco del mueble Ikea anunció este fin de semana que más de la mitad de la treintena de tiendas que tiene en China reabrieron sus puertas.
La Comisión Nacional de Salud informó de 22 muertos y 40 nuevos casos en todo el país, la cifra más baja desde que se empezaron a recoger datos al respecto, en enero.
Hasta la fecha, la epidemia de COVID-19 se cobró más de 3100 vidas y contagió a más de 80 700 personas en el país.