El exjefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Ecuador, el exgeneral Paco Moncayo, cree que junto con el equipo periodístico local secuestrado el pasado 26 de marzo en la región fronteriza con Colombia, se ha secuestrado también «la paz» que prevalecía en el país andino.
Experto en geopolítica, este catedrático universitario valora que el secuestro del fotógrafo Paúl Rivas (45), del periodista Javier Ortega (32) y del conductor Efraín Segarra (60), del diario El Comercio, ha sido «realmente traumatizante» y exhorta a su país a cooperar con Estados Unidos y Colombia para ponerle fin.
«En Ecuador no habíamos pasado por un problema de esta naturaleza, ha sido muy doloroso ver a tres periodistas atados con cadenas, eso demuestra el nivel de barbarie con que actúan (sus captores)», dijo.
El martes, un medio de comunicación colombiano difundió un video en el que los secuestrados, abrazados y encadenados, decían que sus vidas estaban en «manos» del presidente Lenín Moreno.
«Lo único que quieren es el intercambio de sus tres detenidos en Ecuador por nuestras vidas», afirmaba Ortega en el video, antes de agregar que sus secuestradores son disidentes de las FARC.
Excandidato presidencial, exasambleísta y dos veces alcalde de Quito, Moncayo cree que «no se ha encadenado simplemente a periodistas» sino también «la posibilidad de comunicar, el derecho humano de poder recibir información».
Subrayó que estos «actos de terrorismo» contra la prensa pretenden también que «se autocensure en tratar esos temas» y que lo que está ocurriendo ahora «marca un hito en la historia de la seguridad de Ecuador».
Además del secuestro, desde enero Ecuador ha sufrido al menos siete ataques con bomba en su frontera con Colombia, que han dejado un balance de cuatro soldados muertos y una quincena de heridos.
«Tenemos que asumirlo con toda la seriedad y responsabilidad para evitar que eso se repita», apuntó el experto, doctor en Ciencias Internacionales.
Autor de libros sobre la estrategia de la guerra, y otros que abordan en tema del poder y el conflicto, el general retirado es tajante al señalar que junto a los periodistas «se ha secuestrado también la paz».
Y recuerda los duros conflictos que vivió Perú con el grupo Sendero Luminoso, y Colombia con las historias tejidas por los grupos guerrilleros.
«Se decía que Ecuador era una isla de paz en medio de un continente violento», señaló, porque «aprendimos a resolver nuestros problemas sin matarnos».
«La vida -dice- ya no va a ser la misma para los ecuatorianos; vamos a tener que cuidar mucho más la seguridad».
La desmovilización de las FARC gracias al proceso de paz iniciado por el presidente Juan Manuel Santos había despertado ciertos temores en Ecuador por la posibilidad de que algunos de los guerrilleros siguieran con sus actividades desde grupos no jerarquizados.
Moncayo destaca en ese sentido que la delincuencia organizada es una amenaza global y, como tal, debe ser enfrentada con «una visión de seguridad cooperativa», en la que se debe trabajar con Estados Unidos, Colombia y «todos los países».
Aun así, no cree que la solución pase por el retorno de fuerzas estadounidenses a la antigua base de Manta (oeste, desmantelada en 2009) y recuerda que en Colombia también hay bases de ese país y no se ha logrado erradicar la producción de droga.
«Necesitamos, como país, tener una capacidad autónoma de proteger a nuestra gente y territorio, pero no aislados, (sino) con medidas de cooperación, con organismos multilaterales y con todos los Estados para poder enfrentar tan dañina amenaza», indica.
A su juicio, lo que la zona fronteriza requiere es una atención integral por parte del Estado, medidas preventivas pues «si el Estado no está presente en su territorio, otras formas de poder van a estar presentes». EFE