Con tristeza, Mónica, coordinadora de la organización de trabajadoras sexuales 1 de Mayo, narra cómo una de sus compañeras murió a causa del covid-19.
“Ana (nombre protegido) tenía 73 años; era nuestra compañera trans que debido a la pandemia tuvo que dejar el trabajo, al igual que todas, quienes vivimos del día a día. Regresó a su natal Manabí y murió”, narra Mónica, la líder que no quiso revelar su apellido en la entrevista.
Comenta que la situación de las trabajadoras sexuales se agudiza, pues no cuentan con recursos para sobrevivir y la ayuda de los organismos sociales y del Estado es poca.
Piden mayor protección a las autoridades; incluso, las integrantes de sus organización solicitaron ayuda al Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), pero hasta el momento no tienen una respuesta.
“Estamos cumpliendo con nuestro compromiso de quedarnos en casa, pero ya no tenemos cómo alimentar a nuestras familias”.
Nely Hernández, dirigente de la organización Plaza de Santo Domingo, es más drástica, puesto que menciona que a partir del 30 de abril, por grupos de tres, sus compañeras saldrán a a trabajar.
Su organización está conformada por 30 mujeres, quienes no tienen dinero para mantener a sus familias.
“Tenemos compañeras con cinco hijos en casa, con niños en los hospitales. Estamos al borde, no tenemos para comer, queremos que nos ayuden con donaciones”.
Dice que a su organización no le han entregado ayuda y asegura que existe una confusión, ya que las autoridades desconocen que son cuatro organizaciones que conviven en el centro de la ciudad.
“Si no nos morimos de covid-19, no vamos a morir de hambre. Tomaremos medidas de cuidado para evitar contagios, pero saldremos a trabajar”, dijo Hernández.
Una realidad difícil
Quito tiene un registro de más de 214 sexoservidoras, las cuales se agrupan en cuatro organizaciones. Su situación desde que se inició el aislamiento social, el pasado 17 de marzo, es complicada.
Grace Quelal, directora de la unidad ABC, de la Secretaría de Inclusión Social del Municipio de Quito, que realiza la mesa de diálogo con las trabajadoras sexuales, indicó que este grupo social enfrenta la crisis sanitaria sin recursos.
La funcionaria explicó que la situación de las sexoservidoras es complicada, al igual que la de quienes son autónomos, ya que no pueden salir a laborar.
“Hasta el momento, el Municipio capitalino ha realizados entregas únicas de kits humanitarios, pero no han sido periódicas”.
También explicó que el Cabildo trabaja como mediador con las trabajadoras sexuales y hoteles del centro para que ellas puedan ejercer, aunque todavía no concretan un proceso de reubicación.
El censo realizado por el Municipio arrojó varios resultados importantes; por ejemplo, que el 80% de trabajadoras sexuales de Quito provienen de otras provincias, sobre todo de la Costa; 90% tiene más de 40 años, el 80% no quiere capacitaciones y más del 50% solo culminó la primaria.
Varias instituciones gubernamentales les prestaron ayuda hasta ahora, como la Comisaría del Centro Histórico, la cual les entregó víveres semanas atrás a las representantes de las cuatro organizaciones.
La Comisaría ve con preocupación la situación de las trabajadoras sexuales, pues la mayoría son cabeza de sus hogares y a la fecha ya no cuentan con recursos para alimentos y otras necesidades.
A ello se añade que muchas son de la tercera edad y tienen enfermedades, como diabetes, hipertensión, etc., y no alcanzan a comprar sus medicinas. (I)