El director médico del Instituto Músculo esquelético europeo (IMSKE), Muñoz Criado, ha destacado la importancia de que los pacientes infectados por COVID-19, fortalezcan su musculatura para mejorar la «eficacia» respiratoria.
Y es que, tal y como ha comentado, la evolución de la fisiopatología del nuevo virus, así como la experiencia de anteriores epidemias similares, permiten prever la aparición de tres tipos de secuelas: problemas respiratorios propios de la enfermedad, problemas derivados del período encamado o en confinamiento, y, por último, el generado por los efectos de los fármacos utilizados de forma intensiva durante el tratamiento.
«El tratamiento clínico en las fases iniciales se ha demostrado fundamental para minimizar las secuelas a largo plazo», ha dicho, para señalar que, respecto a la fisioterapia respiratoria, la rehabilitación constituye una «gran ayuda» para la disminución de lesiones pulmonares en pacientes con este tipo de patologías.
Por ello, el doctor ha aseverado que una adaptación progresiva a la actividad física y a la carga deportiva será fundamental para evitar la aparición de lesiones por exceso de ‘energía’ después de tanto tiempo parado, ya que el sistema músculo esquelético queda afectado por el tiempo de inactividad física, bien por estar en cama, bien por la situación de confinamiento, reflejada en falta de fuerza de la musculatura, principalmente de las piernas y de la espalda.
«En este supuesto, en la gran mayoría de casos será suficiente un trabajo de readaptación de la musculatura debilitada para que desaparezcan las molestias físicas originadas por el período de inactividad y recuperar el estado de salud», ha subrayado.
Sin embargo, apostilla, es posible que se mantengan algunas contracturas que necesiten de técnicas de fisioterapia más específicas como, por ejemplo, masaje, punción seca, estiramientos o técnicas osteopáticas. Asimismo, las medidas preventivas se basan en higiene postural y descanso.
La falta de actividad afecta también al sistema de equilibrio, sobre todo en pacientes con secuelas de carácter neurológico, dos aspectos que inciden especialmente en el colectivo de personas mayores, uno de los más afectados por el coronavirus. Además, y más allá de padecer la enfermedad, el confinamiento presenta consecuencias para todos los segmentos de población, tanto por la ausencia de actividad como por la falta de higiene postural, causa de las principales molestias que necesitarán técnicas específicas para recuperar el movimiento fisiológico y el tono muscular adecuados.
«La posible aparición de secuelas derivadas del uso de determinados fármacos constituye otra de las consecuencias de la pandemia. Como precedente, la necrosis de la cabeza del fémur detectada en un elevado porcentaje de pacientes que se recuperaron del SARS (2002) gracias al uso de altas dosis de corticoides, entre otros fármacos. En este sentido, la monitorización de los pacientes que han superado una infección por coronavirus puede permitir detectar este problema de forma precoz e indicar tratamientos de rehabilitación y medicina regenerativa que eviten la necesidad de colocar una prótesis de cadera«, finaliza.