En dos semanas, las calles de Quito se han convertido en la tumba de personas contagiadas con COVID-19. Moradores capitalinos temen que la situación empeore y que el escenario de muerte ocurrido en Guayaquil se repita en la capital del país.
El martes, un hombre de 67 años fue sorprendido por la ‘huesuda’ en la Ferroviaria Alta, sur de la urbe. Se desplomó en la vereda de la calle Nariz del Diablo. Con terror, los vecinos intentaron ayudarlo porque le faltaba el aire, pero no pudieron hacer nada.
Así ocurrió
Pasadas las 09:00, Darío Maldonado, un comerciante de papas, salió de la casa donde habitaba con sus familiares y compañeros de labor manifestando que iba a traer ropa.
Una señora le preguntó cómo se sentía, pues días antes había presentado tos. Entonces, la respuesta fue que se sentía decaído. No pasó mucho tiempo desde que Darío salió del inmueble, cuando supieron que había perdido la vida.
El capitán Diego López, jefe de Criminalística, manifestó que “realizadas las primeras indagaciones se activó el protocolo de manejo de cadáveres con COVID-19”.
Continuando con las averiguaciones, los peritos fueron informados de que desde el pasado fin de semana el hombre estaba enfermo.
Miembros de la funeraria que recoge a las personas fallecidas por casos de coronavirus embalaron el cuerpo y lo colocaron dentro de la funda de seguridad antifluidos. Luego fue fumigado para poder ser depositado en el cofre mortuorio.
Realizado el levantamiento del cadáver, personal de Salud se trasladó al domicilio del fallecido para realizar la desinfección.
Las autoridades pidieron a las personas que habían estado con Darío que se sometieran a los protocolos que corresponden para que les hicieran exámenes médicos.
Angustia
Christian Aguas, habitante del lugar, manifestó que “debemos pensar en el futuro de nuestros hijos, llamar a la conciencia de las personas para que mantengan la distancia, usen mascarillas y eviten contagiarse de la mortal enfermedad”.
En medio de la angustia, María Quinga también estaba conmovida por lo acontecido. “Salí a la tienda a comprar cositas para hacer el almuerzo y me topé en la calle con el muertito, me dio miedo, pero le recé un padrenuestro para que su almita descanse en paz”, manifestó.
Hasta ayer, peritos de Criminalística han acudido a algunos sitios de la ciudad a realizar los levantamientos de cadáveres, que hasta la fecha sumarían doce. Cuatro han sido en la vía pública. (Extra)