Hace cuatro años, con la emergencia por el terremoto del 16 de abril de 2016, Corrucart dio un giro a su negocio para crear ataúdes de cartón que sean una alternativa frente al desabastecimiento de los tradicionales en madera.
Ahora, frente a la emergencia sanitaria por covid-19, la empresa vuelve a fabricarlos para suplir su carencia en el mercado.
Los ataúdes elaborados con base en este material pueden soportar un peso de hasta 600 kilos sin dañar su estructura, explicó Fernando Quirola, gerente de Corrucart
El producto fue distribuido en funerarias de Guayas, Santa Elena, Santo Domingo de los Tsáchilas, Pichincha y Manabí, a las que recomiendan la venta por $ 150.
Para la fabricación no usan otro material que el cartón, sin pegamento ni productos tóxicos. Las uniones, además, impiden la fuga de cualquier tipo de fluido corporal. “Son casos extremos en que el cuerpo emita fluidos. Hemos hecho ensayos con agua y no existe fuga”, dijo Quirola.
Pero además destacó el material amigable con el ambiente. Según explicó, el cartón corrugado, al ser de origen orgánico, es 100% biodegradable.
Cuando un cuerpo es enterrado en este tipo de material empieza a degradarse entre dos o tres meses. Pasados los cinco años, va a convertirse en materia orgánica.
Si el cuerpo es cremado, el cartón es ideal porque no daña el horno de cremación pues no tiene composición química o plástico.
Asimismo, si el cadáver es ingresado a un nicho, el ataúd evita la fuga de fluidos.
“Obviamente, el consumidor final tiene desconfianza por el cartón, pero aseguramos que lo que estamos entregando es algo que les va a servir”, explicó.
Esta es una de las críticas que constantemente hacen al producto. “Por tradición, los cuerpos son enterrados en ataúdes de madera adecuados para un entierro digno”, dijo Nancy Vallejo, ciudadana.
Ella hace poco libró una batalla con el coronavirus y le impactó escuchar de los ataúdes de cartón.
“Este tipo de material es más fácil para la cremación. En todo caso, las personas que fallecen por covid-19 necesariamente deben ser cremadas, así que lo veo como una opción considerable para este tipo de emergencias”, dijo la mujer de 42 años.
Aunque no existen normas internacionales para la elaboración de los ataúdes, Quirola explicó que plantea visitar el Servicio Ecuatoriano de Normalización (INEN) para crear una normativa internacional sobre los parámetros para la fabricación del producto.
Con su experiencia, explica que el material es lo suficientemente seguro para ser una alternativa de bajo costo para las personas con pocos recursos económicos.
“Hace cuatro años nació la iniciativa; fue la primera experiencia. Hemos evolucionado en modelos y estructura”, dijo Quirola.