Marjorie Raza se siente culpable y triste. Está en la etapa 4 de las 7 de ese proceso de luto: la de culpabilidad, según le indicó la psicóloga del Ministerio de Salud (MSP). Ella es una de las personas que ingresó al programa de asistencia a familiares que han pasado por proceso de recuperación del cuerpo de su familiar, pese a que ella aún no tiene noticias de su padre. Pese a llamadas de verificación y prueba de ADN, no hay rastros del hombre que le dio la vida y que con tristeza dejó internado el pasado 28 de marzo en el hospital del Guasmo sur.
José Raza, un taxista de 70 años, fue de esos padres dados por completo a sus hijos, siempre cruzaba toda la ciudad de norte a sur para verla. “Él vivía en el norte y conducía a Fertisa para llevarme al trabajo y me acompañaba en mis diligencias”, recordó muy triste.
Ella confesó que en este momento siente culpabilidad por haberlo llevado al hospital del Guasmo. «Fuimos a una consulta particular, pero porque él estaba con complicaciones al respirar me dijeron que lo lleve de emergencia, fuimos al hospital del Guasmo y estuve junto a él ahí, sin una medicación a mi papi, ni una pastilla por dos días peor oxígeno. Como tenía 56 de saturaciones me dijeron que tenía que ir buscando caja, delante de nosotros morían personas y lo recogían después de horas. Todo eso lo vimos, lo sufrimos. Luego lo ingresaron y ahí no supe más hasta que luego de unas horas me dijeron que falleció. Soy consciente del colapso, pero ellos debieron ser más humanos», dijo la mujer.
Todos esos dolorosos momentos no solo agobian el día a día de Marjorie, también de decenas de familias, sobre todo las que peregrinaron por recuperar el cuerpo de sus seres queridos y no lo lograron si no después de tres meses, y otras aún están en esa espera. Por ese motivo, un juez de la Defensoría del Pueblo dispuso que el MSP debe ofrecer la asistencia psicológica a las más de 100 familias que han pasado por este proceso.
Héctor Gabriel Vanegas, abogado de decenas de familiares que buscan y buscaron a su fallecido, contó que el juez a más de emitir el dictamen debe garantizar que esas acciones se cumplan a cabalidad a los que padecen este drama. “Vamos a estar atentos de que esa asistencia psicológica se le otorgue al núcleo familiar cercano del fallecido, pues así lo determinó la Defensoría, no es solo a una persona. Aún no tenemos constancia de que se les esté dando a todas las familias”, insistió el defensor.
En ese aspecto coincide la psiquiatra Julieta Sagñay, quien también ha asistido a deudos que dejó la crisis sanitaria en Guayaquil. «En el área de salud mental, los psicólogos y psiquiatras estamos con muchísimas consultas. Tenemos muchos pacientes que llegan con historias de dolor por la pérdida de su familiar. Llegan con trastornos depresivos graves, con ideas de suicidios que incluso he tenido que ingresarlos», detalló la doctora.
Añadió que esto se debe a que muchas personas recién están reaccionando al duelo de su familiar, porque en los momento que lo perdieron más fue el instinto de supervivencia que dejó de lado el luto.
«Estaban anestesiados por la acción de sobrevivir, de buscar a su familiar y no han sufrido su luto. A veces las personas quieren minimizar esos sentimientos, puede empezar con miedos, luego fobias y después con trastornos mayores», explicó.
Añadió que los grupos más afectados son los adolescentes y los jóvenes porque muchos aún se encuentran reprimidos del dolor de las pérdidas familiares y ver sus padres afrontar los problemas que ha dejado la pandemia.
Justamente ese cuadro es el que ahora Marjorie ve en su niña de 11 años, a quien desea incluir en este tratamiento psicológico. “Ya le comenté de mi niña y me dijeron que también le darán atención, aún no me confirman fecha. Estoy preocupada porque ella está triste, con temor, no quiere comer, ha adelgazado mucho, como también le dio COVID-19 no quería dormir, ni comer, sufre por su abuelo fallecido. Yo también sufro de insomnio, pienso en mi padre, lo veo vivo en sueños porque yo jamás lo vi muerto, yo lo dejé vivo en el hospital”, lamentó.
Sagñay explicó que el Gobierno debe darle la atención a todos los integrantes del núcleo familiar, uno por uno y en un horario que puedan aprovechar esa asistencia psicológica.
Blanca Reyes, residente del cerro Santa Ana, contó que aún no ha recibido ningún tipo de asistencia psicológica. Ella vivió una historia similar a la de Mayorie. Contó que estuvo dos días a la espera de que lo ingresen el pasado 25 de marzo en el hospital Los Ceibos y que le notificaron de su fallecimiento ni a las 12 horas después. Sin embargo, el cuerpo lo logró sacar luego de un mes de peregrinar en ese hospital, Policía Judicial, camposantos, y «mover cielo y tierra» en redes sociales.
«Yo luego de todo eso quedé muy mal, pese a poder enterrar a mi papi, lo pude reconocer porque le tomé fotos antes de que lo ingresen y esa misma ropa tenía. En las últimas semanas me diagnosticaron que tengo presión arterial. Sufro de estrés, de tristeza, pero hasta la fecha recibo algún tipo de seguimiento», lamentó.
En esa misma espera está la familia de María Fernanda Pezo. Ella detalló que su abuela América, de 94 años, espera con ansias que le notifiquen el reconocimiento de su hijo Julio Valle. Ella y sus familiares contaron que el miércoles pasado(29 de julio) vinieron los de Criminalística a tomarle la muestra de sangre y que el resultado podría estar dentro de tres meses. «Estamos en la espera de algún resultado y también de la asistencia psicológica para la familia», explicó ella.
Familiares de quienes aún esperan encontrar a los cuerpos pidieron que autoridades locales puedan ayudar en este proceso para ver si se agilita alguna respuesta por los cuerpos o si se da alguna asistencia psicológica a casos más críticos. (Jazmin Solis/El Universo)