De diez litros de agua disponibles en Ecuador con calidad, suficiencia y acceso, ocho abastecen a los sistemas de riego para una tercera parte de los cultivos que hay en el país.
El 20 % restante es para el consumo humano, la agroindustria y los caudales ambientales claves en los procesos ecológicos.
“La utilización del agua en la actividad agropecuaria tiene un impacto gigantesco porque de lejos es el usuario más fuerte, ese es uno de los puntos que se deben optimizar”, dice Pablo Lloret, director ejecutivo de la Fundación Futuro Latinoamericano e impulsor del primer Fondo de Agua del mundo creado en 2000 en Quito y replicado en más de 30 países para conservar las fuentes que abastecen a la capital.
“Cuenca descontamina sus aguas residuales, ambos son los ejemplos que deben replicarse en el resto del país”, asegura.
Lo grave es que solo la tercera parte de los cultivos nacionales está bajo riego que por lo general, dice Lloret, no es tecnificado, ya que como máximo hasta el 20 % del agua usada llega a la planta dependiendo del sembrío o de la zona. El problema es que se generan procesos de erosión.
Las 2/3 partes de toda el área cultivada del Ecuador, que son unas tres millones de hectáreas, dependen de las lluvias.
Es una realidad que se evidencia en la cuenca del río Daule, que abastece de agua al 28 % de la población del país en Santo Domingo de los Tsáchilas, Los Ríos, Manabí, Guayas y Santa Elena.
Galo Medina, de The Nature Conservancy (TNC), uno de los constituyentes del Fondo para la Protección del Agua de Quito (Fonag), dice que este ejemplo se replica en Guayaquil desde 2015 para conservar la cuenca del Daule. “Los fondos de agua son un ejercicio colectivo de beneficiarios que tienen un interés por la conservación de un recurso clave”, agrega.
El 2 % de la facturación por el agua potable que se distribuye en Quito va al Fonag para la conservación de los páramos y el bosque andino (las fuentes).
TNC es parte del Fondo de Agua de Guayaquil (Fondagua), donde la situación es más compleja ya que desde la fuente y a lo largo del trayecto del río Daule hay poblaciones que van contaminándolo y Guayaquil está en la cola justo donde sus aguas se unen al Babahoyo para dar forma al Guayas.
El mecanismo de financiamiento en Quito se estableció en 2007 tras siete años de que el Fonag fue creado, entonces en Guayaquil aún se está en el proceso, asegura Medina.
La situación es seria, recalca Giovanni Ginatta, secretario técnico de Fondagua, porque ya hay sequía y pérdida de acuíferos por la contaminación al no tratar las aguas residuales en zonas de Manabí, Guayas y El Oro. “Al estar en la cola pues Guayaquil soporta todo lo que no se hace bien río arriba”, dice.
Un estudio de Veterinarios Sin Fronteras realizado con fondos de Interagua, concesionaria del servicio de agua potable y alcantarillado de Guayaquil, detectó los lugares puntuales con procesos críticos de erosión en el Daule. “Se pierde suelo y la capacidad productiva, se bota el dinero al río. Esto no se daría si hubiera buenas prácticas de manejo agrícola”, afirma Ginatta.
Hay que dejar caudales ecológicos en las cuencas para el desarrollo de los peces. Foto: Cortesía Jaime Camacho
A ello se suma que la mayoría de los municipios no tienen el ciclo sanitario completo. “No cumplen con la normativa de tratamiento de las aguas servidas para poder descargarlas a los ríos y la misma población no lo demanda, no hay consciencia al respecto”.
El Fondagua se financia por el momento con aportaciones privadas y fondos de cooperación internacional. Al proyecto de TNC con la Agencia Francesa de Desarrollo por 300.000 euros se suma uno por 845.000 euros con la Unión Europea, la Universidad Casa Grande y el Centro Internacional para la Investigación del fenómeno de El Niño que se ejecutará en Guayas y Manabí e incluye la capacitación para buenas prácticas agroecológicas y ganaderas, un programa de educación ambiental, de inclusión financiera y de acuerdos de conservación de bosques y fuentes de agua, entre otros componentes.
La cuenca del Daule está en 28 cantones y da agua a 4 millones de personas. (Xavier Ramos/El Universo)