“Dios me ha dicho en oración que Angélica se va a morir y resucitar”. Cuando Gloria Cagua recibió esta noticia, sintió temor por la mayor de sus seis hijos. La revelación la tuvo su hermana Rosa, quien el pasado domingo 3 de diciembre corrió hasta el recinto El Bejuco, de Chone, a contarle a su familia el mensaje que, según ella, le había dado el Espíritu Santo.
La adolescente tenía miedo, pero antes, entre los integrantes de la iglesia evangélica a la que pertenecen, ya habían escuchado hablar de la ‘muerte en Cristo’. Rosa la describe como una especie de sueño profundo, en el que disminuyen los signos vitales y que padece la persona escogida por Dios para mostrarle visiones y enviar un anuncio a la tierra.
Y así lo hicieron. La ‘muerte’ de Angélica estaba pactada para la madrugada del lunes 4. La familia se reunió en la casa de Rosa, ubicada en el barrio Magaly Vera de Colamarco, de ese cantón manabita, donde efectivamente a la hora anunciada la menor de edad cerró sus ojos.
Gloria confiesa que sintió temor por la vida de su niña, pues con el paso de los minutos su cuerpo se puso frío y dejó de respirar. La familia corrió de puerta en puerta, llamando a los vecinos para que fueran a ver lo que le estaba ocurriendo a la adolescente.
“Nadie nos creyó y nadie fue. Sabemos que la gente va a pensar que es mentira, pero nadie quiso acompañarnos para que confiaran en lo que dijimos. Mi sobrina murió y luego de cuatro horas resucitó”, cuenta Rosa.
Cuatro horas después, Angélica abriría los ojos ante el asombro de sus parientes. La menor de edad no sintió nada, solo un profundo dolor en sus ojos. Apenas pudo hablar, les contó que un ángel se le apareció y le pidió que lo acompañara a lo que ella cree que fue el cielo y el infierno.
“Nunca vi a Dios, solo a los ángeles. Me dijeron que vendrá una pandemia peor que la de la COVID-19, que tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados antes de que sea demasiado tarde”, dice la chica. Lamenta que lo que le ocurrió provocara alerta en el barrio, cuyos vecinos llamaron a la policía para verificar su fallecimiento.
Óscar León, agente de la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) y miembro de la Junta Cantonal de Protección de la Niñez y Adolescencia de Chone, detalla que ellos recibieron la alarma por la supuesta muerte de una menor de edad, la madrugada del pasado lunes.
Los uniformados acudieron en la mañana y encontraron a Angélica en perfecto estado de salud. Sin embargo, dialogaron con los parientes y con la menor de edad para saber lo que había ocurrido. “Al llegar al lugar nos atendieron y nos indicaron que una adolescente de 14 años que estaba en el lugar había muerto por pedido de Dios, pero asimismo resucitó porque Dios había hablado eso con ella. Pero nunca fue comprobado el deceso”, explica el agente.
Su propio hijo
A Rosa le apena que entre los vecinos no crean sobre lo ocurrido, pero los entiende porque considera que “hay que tener una fe muy grande en el Señor” para asimilar lo ocurrido con Angélica. Aclara que si ellos fueron de casa en casa anunciando su supuesta muerte, fue porque Dios así lo había querido.
Por eso, tres días después, cuando la misma voz se le volvió a aparecer en oración y le dijo que su propio hijo iba a morir, ella se quedó callada y solo les comentó del anuncio a sus familiares.
Pasó tal cual como con su sobrina. Jonathan, de 10 años, describe lo que le ocurrió como un sueño profundo. El pequeño cierra sus ojitos y no los abre hasta terminar de contar lo que vio.
Sin pausas, y con las manos temblorosas y juntas, el niño relata que apenas se quedó dormido vio cómo un águila lo elevó hasta el cielo. Allí, lo vistieron de blanco y un ángel lo acompañó a meterse por un hueco grande que, aparentemente, llevaba hacia el infierno.
“Ahí había hartos demonios y hartísimas almas que pedían que las salven, pero yo no podía cogerlas. Los demonios tenían lanzas y una voz ronca nos pidió que saliéramos de allí y que le diga a la gente que se arrepienta”, detalla.
A él, sí se le presentó Dios, pero según el niño, su rostro era tan luminoso que no podía mirar sus rasgos. Solo le dijo que ya podía volver a su cuerpo. Y así lo hizo. Al igual que su prima, solo sintió que le dolieron los ojos tras despertar.
Tanto Rosa como Gloria creen que Dios escogió a sus hijos para mostrarles lo que se puede sufrir si hay pecado. Atribuyen que esto les haya ocurrido a las épocas difíciles que vive el mundo por la pandemia.
“El mundo está manchado de sangre, de pecado; por eso Dios ya no baja a manifestarse Él, sino que escoge mensajeros”, sostiene Rosa. No le importa que la gente los juzgue o que se burle de ellos, como ya les ha pasado, porque su fe es más grande y, siempre que el Señor se los pida, ellos difundirán sus mensajes.
Un milagro
Para el pastor Neyo Pin, de la Iglesia Evangélica Galilea, este tipo de manifestaciones suceden y son milagrosas. Explicó que son las formas que tiene el Señor para demostrar su presencia divina y que, probablemente, ocurra por lo que está pasando por la pandemia a nivel mundial.
“Esto pertenece al orden de los milagros, que son sucesos extraordinarios. Pero todo tiene que tener un propósito”, dice.
Ronald Chávez, especialista en fenómenos paranormales, explica que las personas pueden caer en dos estados que hacen que se pierdan y/o disminuyan la movilidad y sensibilidad: la catalepsia o los sueños profundos.
“En el caso de la chica y el niño, lo más probable es que hayan caído en un sueño profundo, porque tuvieron visiones”, detalla. (Extra)