Es difícil que haya alguien a quien no le guste comer. Es también algo necesario. Si la persona no lo hace, se puede morir. El problema está en que en muchas ocasiones se puede pasar de la raya e ingerir más de lo que se debería. Para eso hay una razón científica.
La doctora Marta Garaulet, especialista en Farmacia, nutricionista, y máster en Salud Pública por la Universidad de Harvard, recuerda que si los humanos no comiéramos, desapareceríamos como especie. “Es algo fisiológico, hasta nosotros mismos no somos conscientes de por qué comemos”, señala.
Ella recuerda que de los neuropéptidos (sintetizadores neuronales) que hay en el cerebro para todas nuestras funciones, 200 inducen a ingerir bocados, mientras que solo 20 quitan el hambre. De aquellos, el más importante y abundante es el denominado NPY, y es precisamente el que provoca el apetito.
“Es decir, que de todo el sistema nervioso humano, el cuerpo prioriza un péptido que hace comer. Por eso, muchas veces es difícil adelgazar, porque estamos hechos para comer”, reconoce Garaulet.
Aportar energía para vivir
Pero no solo es eso;. La experta advierte que comemos para poder aportar energía al cuerpo y para poder vivir. “Es el sistema homeostático. Comemos para que el corazón palpite, para que podamos andar, para que nuestros músculos funcionen”, señala.
A su vez, indica que como el organismo entiende que es tan importante ingerir comida, lo acompaña con un sistema de recompensa y de placer. “Porque esa actividad nos da placer, y el organismo avisa que si a esta persona le quitamos el placer de la comida, muere”.
Entonces, hay detrás un sistema fisiológico de recompensa, encargado del juego, de la búsqueda de una droga química específica en el cerebro, como ocurre también con el sexo. Todo está dirigido por los niveles de dopamina.La especialista resalta que la comida no solo nos da energía y placer. También en muchas ocasiones cubre nuestras falencias emocionales que, en algunas ocasiones, nos hacen comer.
“Muchas veces comemos porque estamos aburridos, ansiosos, porque tenemos estrés, porque estamos disgustados, etc. Además, porque es la hora, porque se está con gente, por vida social, etc.”, mantiene la experta.
Garaulet ahonda igualmente en que antes, la búsqueda de comida era algo complejo y ahora, en muchos casos, basta abrir la refrigeradora: “Tenemos un exceso de oferta, sin necesidad de hacer esfuerzos. Además una sociedad de mucha velocidad, queremos todo en el momento y que nos dé satisfacción ya».
Además, cuanto más estrés hay, peor se come. Se ve asociado al ritmo del cortisol diario. «Por si fuera poco, la gente que está estresada come menos fruta, menos verdura, así como menos cereales y legumbres; y en cambio, come más carne, dulce, grasas saturadas, elegimos productos más rápidos y con menor calidad nutricional”, sostiene la experta.
Comer mejor por nuestra salud
La máster en Salud Pública señala que hay muchos estudios clásicos que muestran que la disminución diaria de ingesta de comida se asocia con una mayor longevidad. Por eso ahora se están planteando tendencias de ayunos. Precisamente resalta que lo que ingerimos influye directamente en nuestra salud.
Ella cita un estudio reciente que muestra que quienes mejor se alimentan ingieren más legumbres, cereales, fruta, verdura, menos carne roja y menos alimentos animales. Estas personas pueden aumentar su esperanza de vida unos 11 años. “Pero no solo eso, vivir con mejor calidad de vida».
Garaulet añade que un 50-60% de enfermedades degenerativas, como el cáncer, la enfermedad cardiovascular, o la obesidad y la diabetes, se podrían evitar comiendo bien”.