Diario Extra.- El cuerpo de Estalin Bautista, de 54 años y miembro de la comunidad GLBTI de Esmeraldas, estaba desnudo y tirado en el piso, en la parte inferior de su cama, en medio de sábanas manchadas de sangre. Sobre su pecho y cabeza le habían rociado un polvo blanco, que las investigaciones determinarán si se trataba de talco o de alguna sustancia sujeta a fiscalización.
En la escena del crimen había un segundo cuerpo de un menor de 13 años de edad identificado solo como “Terry”. El cadáver estaba debajo de la cama y solo la cabeza le aparecía por la parte de debajo de la estructura. Su cabeza estaba junto a la de Bautista.
Sobre la cama había joyas regadas y ropa por todos lados, como si los asesinos hubieran estado buscando algo en específico, pero no se llevaron nada. Según testigos, sujetos encapuchados entraron a la casa de Bautista a eso de las 23:00, ubicada en el barrio conocido como Gatazo (sur de Esmeraldas) y posterior a eso se escucharon varias detonaciones de arma de fuego.
Nadie salió de sus casas por temor a quedar atrapado en alguna balacera, pero por la mañana se acercaron a la casa y encontraron la puerta abierta y el televisor encendido, pero no se veía a nadie. Las puertas del patio trasero y del baño también estaban abiertas. Por eso los vecinos alertaron a la policía y cuando entraron se encontraron con la terrorífica escena.
Bautista tenía al menos seis impactos de bala en distintas partes del cuerpo, dos de esos disparos en la cabeza. Incluso la mascota de la víctima, un perrito runo de color negro, recibió un balazo en su brazo derecho. El perro temblaba acostado en la sala de la casa, mientras su amo estaba muerto en su habitación.
Una fuente policía aseguró que se investiga si el grupo de encapuchados que asesinaron a Bautista son los mismos que le quitaron la vida a Darío Javier Álvarez Quinto, de 28 años de edad, en la ciudadela Casa Bonita, la noche del domingo pasado.
La víctima era un miembro activo de la comunidad GLBTI y tenía un negocio de venta de comidas rápidas en el portal de su casa. Sus amigos cercanos le decían “La Tostadora”, por su extrema delgadez.
“Desde que la conozco le decimos la tostadora, era muy activa en las actividades que realizamos en defensa de los derechos de nuestra comunidad”, aseguró una dirigente del colectivo que pidió no ser identificada por temor a represalias.
Familiares encontraron otro cuerpo
Los familiares de la víctima llegaron primero que la policía a la escena del crimen. Fueron ellos quienes entraron al cuarto y se encontraron con la escalofriante sorpresa de que en el lugar había un segundo cuerpo que también estaba desnudo.
Misteriosamente los restos del adolescente estaban debajo de la cama, solo la cabeza le aparecía en la parte de abajo de la estructura. La cabeza del menor estaba junto a la de Bautista. Cerca de los dos cuerpos había un teléfono celular.
“Mi hermano no se metía con nadie, todos aquí sabían que La Tostada no se metía con nadie. Mi hermano más bien les daba cosas, los ayudaba, malditos”, gritaba desconsolada la hermana de la víctima.
Según el coronel Pablo Ramos Narváez, quien estuvo a cargo del operativo de levantamiento de los cadáveres, se trataría de un asesinato direccionado porque los encapuchados entraron directamente a la casa de su víctima.
Pero la versión de sus familiares es que Bautista estaba ayudando a esconderse al menor de 13 años, el cual presuntamente era perseguido por los criminales. “Él (Bautista) seguramente levantó la cama para que se esconda y como lo encontraron entonces también le dispararon a mi hermano”, aseguró la allegada a la víctima.
Allegados a la víctima aseguraron que lo vieron por última vez el domingo por la noche, cuando regresó a su domicilio después de participar en una novena, ya que también lo contrataban para rezar y cantar arrullos en este tipo de actos litúrgicos.