Extra.- Las oraciones a Dios de una madre posiblemente hicieron el milagro. Ninguno de los más de 60 tiros que delincuentes a bordo de dos motocicletas y de una camioneta dispararon en contra de su vivienda entraron en el cuerpo de los cuatro miembros de su familia, que la noche del lunes se salvó de morir.
Para protegerse de los disparos que dejaron como cernidera la puerta, ventanas, electrodomésticos, enseres y hasta el recipiente donde se alimenta la mascota, Pedro Nevárez, su esposa y sus dos hijos de 20 y 16 años se lanzaron al piso. Temblando de miedo, solo observaban como los balazos rozaban la piel y pasaban muy cerca de sus cabezas.
El ataque violento se registró a las 23:00 en la manzana 1128 de la cooperativa Gallegos Lara, en el norte de Guayaquil. Los delincuentes utilizaron dos tipos de armas, pistola y fusil.
Con recelo, Pedro, de 44 años, cuenta el momento en que ocurrió el atentado en contra de su inmueble, él veía televisión, sus hijos estaban acostados en sus camas y su esposa orando a Dios.
“Mi esposa, antes de acostarse ora, somos evangélicos y creemos en Dios. Gracias a nuestra fe, nadie de mi familia resultó herido. No tenemos enemigos, ni problemas con nadie, desconoceremos las razones que tuvieron para balear mi casa. Todo quedó como cernidera, hasta la olla donde come Coddy (perro), creo que se equivocaron de vivienda”, manifestó, mientras con tristeza observaba como quedaron sus pertenencias, luego del atentado.
Sostuvo que tras la balacera, sus hijos y esposa decidieron pasar la noche en la casa de una vecina, quien amablemente les brindó un techo donde poder descansar.
“Estos hombres a patadas intentaron tumbar la puerta, a tiros dañaron la chapa, el picaporte nos salvó de que entraran. No podíamos quedarnos en casa, teníamos miedo de que volvieran y nos mataran”, agregó.