Diario Extra.- A Iván (nombre protegido) le tocó ver llorar a una mujer de unos 35 años. Él es tatuador y tuvo que cubrir el gráfico que ella tenía en su brazo derecho: una leona con sus tres cachorros.
¿Por qué lloraba? Porque sus crías eran sus hijos, fallecidos. “Tuve que hacerle una galaxia para cubrir ese arte. A ella la había amenazado en su sector, Bastión Popular, por tener ese arte”, relata el guayaquileño.
Este es uno de los numerosos casos que ha tenido Iván, quien dice que esta ‘moda’ de cubrirse los tatuajes de lobos, tigres, leones, águilas, incluso coronas y banderas de Puerto Rico, viene desde que iniciaron las matanzas carcelarias.
Su colega, Juan, indica que hace dos meses ve la desesperación de varios clientes. De los sectores que más les llegan son de Durán, Mucho Lote, La Florida, Bastión Popular, Guasmo.
Iván reconoce que ha tenido clientes desde 15 años de edad (quienes van con sus padres) hasta adultos mayores. Acuden tanto hombres como mujeres.
“Unos son amenazados en sus barrios, otros van porque sus familiares tienen miedo de que los confundan con estas organizaciones delictivas; algunos son mirados mal en sus trabajos”, expresa Iván.
Varios estarían tan desesperados que no les importa pagar lo que sea, incluso ir en horarios nocturnos, para que nadie los vea, todo a puerta cerrada.
“A un cliente le propuse hacerle un oso para cubrir su tatuaje, pero no quiso. La gente ya no quiere animales. Les da miedo que más adelante salga la banda de los osos, por poner un ejemplo”, dice Juan.
A ambos tatuadores les han llegado personas ‘paniqueadas’, que no se esperan a las dos o tres sesiones que les tomaría “borrar” dicho gráfico. “Hasta me han dicho, hazme aunque sea una mancha negra, pero sácame esta vaina”, relata Iván.
Santiago, psicólogo y tatuador, señala que la afectación psicológica en la persona que cubre su grabado dependerá de cómo fue criado.
“Uno de los rasgos más fuertes que se pudieran presentar es la depresión, pues deben quitar su símbolo de identificación, basándose en una cuestión social que no tiene nada que ver con ellos. También surgiría la ansiedad por querer desaparecerlo y la baja autoestima”, concluye Santiago.
Desde la psicología social, José, experto en esa área, menciona que el problema es que estos grupos generalizan y se estarían “adueñando” de símbolos comunes.
Es más, en redes sociales circula un comunicado, en el que supuestamente el Cartel Nueva Generación y Los Lobos advierten a las compañías de seguridad que portan dentro de sus logos a águilas y tigres. Los guardias y sus empresas serían atacados a bala o incinerados.
“Ahora no se puede llevar un sticker en el carro, ni tener afición por estas especies, porque tristemente se verán amenazados. Esto es parte del terrorismo psicológico de estas bandas criminales”, asevera José.