América ha reforzado la lucha contra el consumo excesivo de sal ante su alarmante vínculo con los casos de hipertensión y enfermedades cardiovasculares, en una región en la que se ingiere más del doble de lo recomendado de la llamada «reina de los condimentos».
«La ingesta en la región sigue siendo considerablemente superior a la recomendación internacional. Son consumos diarios de entre 10 y 12 gramos y hay poblaciones que alcanzan hasta 18», dijo hoy a Efe el asesor principal en Nutrición de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Rubén Grajeda, con motivo de la Semana Mundial de Sensibilización sobre la Sal, que va del 12 al 18 de marzo.
Pese a las acciones emprendidas por los países, se estima que los argentinos siguen consumiendo en promedio 12 gramos diarios de sal, los costarricenses 11,5, los brasileños 11, los estadounidenses 8,7 y los canadienses 7,7, frente a una recomendación de máximo 5 al día.
Ante esas cifras, América abrió hace unos años una «cruzada» contra el salero en la mesa, una medida que la OPS considera una de las más efectivas y que se ha extendido por países como Uruguay, Bolivia, Panamá y Argentina, para evitar que las personas añadan más de ese ingrediente a preparaciones que ya lo contienen.
En Bolivia, un millar de restaurantes aceptó retirar los saleros de sus mesas; el Gobierno panameño logró un acuerdo con los mismos establecimientos para quitarlos; y en Buenos Aires también existe un compromiso de restaurantes, bares y hoteles al respecto.
Para el cardiólogo colombiano Efraín Gómez los problemas van más allá porque la gente aún no sabe «cuánta sal es mucha sal» y hay una alta cantidad de sodio «escondido» en los alimentos procesados, como el pan o las comidas instantáneas.
«Además, la gente suele comer en restaurantes o recurrir a las comidas rápidas», caracterizadas por los altos niveles de sodio, agregó a Efe el especialista en falla cardíaca y fibrilación auricular.
En esto coincide Grajeda, quien explicó que el problema es mayor en los países desarrollados, donde son comunes los productos procesados, mientras que «en Centroamérica y naciones como Bolivia y Ecuador la ingesta de sal es menor porque priman los alimentos frescos y preparados en el hogar».
La OPS ha destacado los esfuerzos de Argentina, Brasil, Ecuador, Canadá, Chile, Costa Rica, Cuba, Estados Unidos, México y Uruguay para impulsar a los fabricantes a mejorar las etiquetas con información nutricional y «reformular los productos alimentarios para que contengan menos sal», al insistir en los graves efectos en la salud.
El consumo en exceso de sal ha sido vinculado con la hipertensión, que a su vez es el principal factor de riesgo para ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y enfermedades renales.
Se estima que un 30 % de la población adulta de América Latina y el Caribe tiene hipertensión y el número de casos viene en aumento.
Para frenar la tendencia, Claudia Angarita, expresidenta de la Asociación Colombiana de Nutrición Clínica y fundadora del Centro Colombiano de Nutrición Integral, sugirió difundir más información sobre el tema, en especial entre los niños, ya que estas campañas tradicionalmente se han centrado en productos como el azúcar o las grasas.
«El reto es que las nuevas generaciones se acostumbren a comer bajo en sal, para reducir el impacto en enfermedad y discapacidad por problemas de salud pública como la hipertensión o la fibrilación auricular», dijo a Efe Carlos Fernández, asesor médico en Cardiología de Bayer.
Los expertos también pidieron impulsar medidas como la inclusión de datos en las etiquetas nutricionales y el aumento de impuestos a los productos con alto contenido de sodio.
«Se estima que cada año se podrían evitar 2,5 millones de defunciones si el consumo de sal a nivel mundial se redujera al nivel recomendado», asegura la Organización Mundial de la Salud, cuyos Estados miembros acordaron bajar en un 30 % la ingesta de ese ingrediente para 2025.
La campaña de la «Semana de Sensibilización de la Sal», que este año tiene lugar del 12 al 18 de marzo con el lema «Menos sal, más salud», busca fomentar la implementación de acciones basadas en la evidencia para reducir su consumo. EFE