“¡Qué vergüenza, qué vergüenza!”. Al coro de los correístas se sumaron las risas de los socialcristianos y hasta el bramido de Washington Paredes, que fue guía turístico en Galápagos y aprendió a imitar a la perfección el sonido de las focas. Eran las 17:45 y César Litardo no se dignaba bajar de su oficina para instalar la sesión que se había convocado para las 15h45, con el fin de tratar el espinoso asunto de las tres comisiones que continúan sin sesionar por falta de acuerdo para nombrar a sus presidentes. Nunca bajó. La Asamblea en pleno esperó dos horas y el problema quedó sin resolverse.
Ayer, el pleno debía nombrar a los presidentes de las comisiones de Derechos de los Trabajadores, Educación y Gobiernos Autónomos. La nueva mayoría había acordado entregárselas a María José Carrión, Jeannine Cruz y Héctor Yépez, respectivamente. A la hora del té, las comisiones eligieron a otros. El Consejo de Administración Legislativa (CAL) resolvió desconocer esos nombramientos y derivar la elección al Pleno, con la esperanza de hacer valer el acuerdo. Pero la nueva mayoría (que por lo visto no es tal) no tiene los votos. “Llegamos a 68”, admitió al final del día Luis Pachala, coordinador de CREO. Ni las hiperactivas evoluciones de Ximena Peña, de bancada en bancada, lograron virar la tortilla.
A las 10:30, Litardo instaló la sesión y encargó la presidencia a César Solórzano. A él le tocó afrontar la tormenta que se desató cuando decidió saltarse el tema de las comisiones y pasar al siguiente punto. El presidente encargado capeó como pudo el temporal con la Ley de la Función Legislativa en la mano.
“Deje de batear el tema”, protestó Cristina Reyes; Solórzano mandó a leer el artículo que faculta al presidente a fijar el orden del día. Guillermo Celi le replicó con un segundo artículo: “una vez aprobado, el orden del día no podrá ser modificado”. Solórzano pataleó con un tercero: el presidente “llamará la atención al asambleísta que se aparte del tema”. Pero era inevitable: Marcela Aguiñaga, César Rohón y otros volvieron sobre lo mismo. Ahondaron en la vergüenza a la que Litardo conduce a la Asamblea. “Hace poco se han meado en la puerta de entrada con los aplausos de muchos legisladores”, dijo Roberto Gómez, guardando distancia con su propia bancada de CREO, en referencia al cachorro que el alcalde de Quito, Jorge Yunda, regaló a la Asamblea y que, efectivamente, hizo aguas menores frente a la bandera. “Y lo que se pretende hacer con esta resolución del CAL -concluyó Gómez- es una vergüenza”.
Nada pasó. Vinieron otros temas. Se cambió de sesión. A la hora del partido de la sub-20, Solórzano suspendió y volvió a convocar para las 15:45. Pero a las 15:45, nada. A las 16:45, con salón lleno, tampoco. A las 17:45 el plenario era una algarabía de voces y de risas. Correístas, socialcristianos y gente de SUMA, en enorme corrillo en el centro del hemiciclo, decidían qué hacer. A las 18:00, SUMA y el PSC improvisaron una rueda de prensa en el vestíbulo y expusieron sus demandas: rechazar lo resuelto por el CAL y dejar que las comisiones hagan lo que quieran. O puedan.
Todo quedó igual: en la nada. Será el martes próximo, dijo Luis Pachala, coordinador de CREO. Que hubo varias ausencias, se excusó. La próxima semana, si nadie se enferma y nadie viaja, todo irá sobre ruedas. (Expreso)