Diario El Comercio.- En Esmeraldas la gente vive con miedo. En un solo día se hallaron dos cuerpos colgados en un puente y otras dos cabezas humanas aparecieron en una calle lejana.
Los cadáveres de los primeros fueron suspendidos en la entrada a La Guacharaca. Este barrio del centro de Esmeraldas se ha convertido en el bastión de una de las mafias que opera en la ciudad. Se hacen llamar Los Tiguerones y usan símbolos de fusiles y animales salvajes para marcar sus territorios.
Entrar a ese sector no es fácil. No se admiten desconocidos y para la Policía es considerado como un punto caliente o zona roja.?Un equipo de EL COMERCIO ingresó a esta barriada el domingo pasado, justo horas antes de que los cuerpos sean amarrados en las vigas del puente peatonal.
Redes de comunicación
Eran cerca de las 17:30 cuando siete camionetas con más de 50 militares llegaron al sector y entraron a patrullar.
Iban equipados con chalecos antibalas, cascos y fusiles HK y M4. Cada uniformado portaba en sus pechos hasta 30 cartuchos de grueso calibre. Sus rostros también estaban cubiertos para evitar ser identificados.
Asu ingreso, la gente, desde sus balcones o ventanas, empieza a tomar fotos de los uniformados o a llamar por teléfono.
“Son campaneros”, dice uno de los militares. El oficial cuenta que así los conocen a los informantes de las bandas delictivas que tienen sus casas al ingreso de La Guacharaca. Ellos se encargan de avisar la llegada de los soldados a los cabecillas que están cuesta arriba.
Mientras los vehículos militares suben por las calles estrechas de este barrio, se puede escuchar salsa y vallenato a todo volumen en algunas casas. En las esquinas la gente también bebía licor y cerveza importada. Los hombres jugaban a las cartas y vestían camisetas coloridas de marcas extranjeras.
Se reúnen en terrenos o canchas en donde hay símbolos y grafitis de Los Tiguerones. En una de las pinturas se lee “tigres activos” y debajo de varias iniciales están las palabras “el príncipe”, “el intocable” y “el emperador”.
Los militares saben que son los alias de los cabecillas. Cuentan que en esos lugares les rinden tributos y hasta entrenan con armas de fuego como ametralladoras, fusiles y pistolas automáticas. Son sitios que están pintados con los colores que los identifican como el verde, rojo y blanco. Esos escenarios han servido para hacer videos en donde disparan al aire y luego los suben a redes sociales.
Por eso, todos los militares tienen el dedo cerca del gatillo de los fusiles y están listos para bloquear cualquier ataque. La tensión flota en el ambiente y se mantiene a lo largo de todo el operativo.
Sin descuidarse
Los uniformados no dejan de ver a todos los lados. “Aquí no hay cómo descuidarse. En cualquier momento pueden dispararnos y debemos estar alertas”, dice un cabo segundo mientras mira a la montaña fijamente.
Pero los hombres y jóvenes en La Guacharaca no se dejan intimidar por los uniformados. Al contrario, los miran fijamente y con las manos les hacen señas que simulan la forma de una pistola.
En el barrio saben que solo los militares pueden entrar. Los policías hacen pocos patrullajes. El domingo, la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) lucía desolada. No había ningún patrullero o policía. Lo que sí se visualizó fue que estaba cercada por completo de vallas de metal.
“Esa UPC fue baleada por las bandas recientemente. Por eso ahora la tienen cercada”, cuenta un militar. En diciembre pasado, en esas instalaciones las mafias asesinaron a un policía.
Tras ese hecho, la Policía reforzó las seguridades, pero eso no ha impedido que se cometan más crímenes.?De hecho, los asesinatos siguen incrementándose.
Guerra en plena ciudad
Los uniformados dicen que se debe a que existe una guerra entre Los Tiguerones y otra banda delictiva conocida como Los Gánsters.
Los cuerpos que aparecieron ayer colgados a la entrada de La Guacharaca se presumen que eran miembros de esta última banda.
Este crimen encendió las alarmas en la ciudad. Inteligencia Policial emitió informes que señalaban posibles ataques de Los Gánsters en contra de Los Tiguerones.
Por la tarde, en el velorio de uno de los asesinados también hubo una presencia policial y militar masiva. Más de 100 uniformados se concentraron en los exteriores del cementerio municipal.
Cifras
500 militares fueron movilizados en toda Esmeraldas. Se blindaron los cementerios para evitar profanaciones.
423 asesinatos ocurrieron en Esmeraldas entre el 1 de enero y el 20 de octubre del 2022. Es la cifra más alta en los años.