Una protesta contra las medidas económicas, que la Confederación de Nacionalidades del Ecuador (Conaie) planificó por casi tres meses, estuvo a punto de desviarse en pocas horas, en medio del paro que enfrentó el país por once días.
El 7 de octubre, el presidente de la Conaie, Jaime Vargas, anunció que 20 000 indígenas llegarían a la capital para exigir que se derogue el Decreto 883, que eliminó el subsidio estatal a la gasolina extra y al diésel.
Esa era la consigna en esa semana, después de que el 1 de octubre el presidente Lenín Moreno firmó dicho decreto.
La agenda de movilizaciones se planificó a finales de agosto durante una asamblea de sus bases en Macas (Morona Santiago). Su reclamo se dirigía en contra de la explotación minera y petrolera, el paquete económico y las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero fue el 2 de octubre tras conocerse la eliminación de subsidios que el movimiento indígena, el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), el Frente Popular y otros sectores anuncian un paro nacional.
Ese mismo 7 de octubre en la noche, los indígenas ingresaron a Quito al parque El Arbolito. Su llegada había sorprendido a la propia dirigencia, que los esperaba para la tarde del siguiente día.
En distintos sitios del centro histórico y El Arbolito se registraron violentos enfrentamientos con la policía. Y al amanecer del jueves trascendió la muerte de Inocencio Tucumbi y José Chaluisa, lo que enardeció a la multitud, impulsándola a retener a policías y periodistas en el ágora de la Casa de la Cultura.
En medio de discursos, unos que llamaban a la ‘calma’ y otros a la ‘lucha’, Vargas tomó el micrófono y exhortó a la Policía y a las Fuerzas Armadas a unirse al pueblo. “No cumplan esas órdenes de ese traidor, mentiroso, ladrón que se ha unido con (Guillermo) Lasso y (Jaime) Nebot. A las Fuerzas Armadas, ¡quítenle apoyo a ese patojo de mierda!”, estalló.
Los actos de ese día preocupaban dentro de la Conaie, pues la consigna no era derrocar al régimen.
Exdirigentes como Salvador Quishpe y Lourdes Tibán aseguran que hubo corrientes políticas que intentaron controlar su protesta y desviarla.
Fue así que un consejo político impulsó el diálogo con Moreno; y Quishpe entregó una carta en las Naciones Unidas para abrir ese camino. Pero la Conaie lo desautorizó calificando de falso el documento.
Hoy, Vargas dice que sus palabras surgieron por la indignación de sus muertos. Y se disculpó con Moreno. (El Universo)