Bertoni Zambrano habla de los peores dirigentes, de sus inicios y de su «mala leche» con los contratos

Son las 13:15 y Luis “Bertoni” Zambrano llega presuroso a la Quinta San Juan, ubicada en la Avenida 5 de Junio de Portoviejo. El calor sofoca y por eso antes de dirigirse al lugar de la entrevista pasa por el baño para mojarse el rostro y su larga cabellera.

Ya en el lugar, que a esa hora tiene unos 50 comensales, “Bertoni” saluda con conocidos y se instala en una mesa. Viste jeans y camisa azul (uniforme de la Corporación Nacional de Electricidad del Ecuador). Su trabajo ya no es patear una pelota, sino dialogar con la gente como parte de su trabajo de socializador del “Plan Renova”.

En ambas muñecas lleva dos cintas rojas (para el mal de ojo) y su rostro luce quemado a costa de los rayos solares. Está listo para conversar, viene de visitar a varias familias en las zonas rurales de Manabí.

Cuéntanos de tus inicios en el fútbol. ¿Quién te motivó?

Te digo la verdad, yo ingresé al fútbol por casualidad. Yo ya había jugado de juvenil en la selección de Manabí y un día en el bus a Manta unos amigos me metieron el bichito y me invitaron a jugar a un equipo que se llama Juventud Italiana, que era de un exalcalde de Manta, Johnny Loor. Me dijeron que si me decidía me esperaban al siguiente día a las dos de la tarde. Mi mamá no quería que jugara fútbol así que lo pensé toda la noche. Al otro día a la una y media cogí una mochila, unos zapatos -unos GolKit que me habían dado en la selección de Manabí- y fui.

¿Con nervios?

No, lo recuerdo clarito. Fue en el estadio Jocay de Manta. Estaba el capitán Cordero de técnico de Juventud Italiana y don Johnny Loor en la tribuna. Hice tres goles en la práctica y don Johnny me llevó a Radio Manta (donde era director) y me hizo el contrato. Me dio un cheque por 50.000 sucres; yo en mi vida había visto tanta plata.

¿Viene Delfín en 1990 y luego Green Cross, el equipo donde estuviste más tiempo (cinco años? ¿Cierto?

Sí, ese fue el equipo del ingeniero Jaime Estrada. Él formó el famoso Green Croos porque tenía años queriendo subir el equipo a la B. Luego con jugadores como Carranza, Agudiño, un hermano de Robert Macías, formó un buen plantel para subir a la B, ahí estaba como técnico el profesor Párraga. Ese año (1991) me compra Green Cross y llegamos a la B y luego con el profesor Otto Morcillo llegamos a la A. Hicimos buenas campañas. Recuerdo la de 1995, hice una gran dupla con Christian Berger (argentino), el arquero era Erwin Ramírez. Estuvimos cerca de ir a la Copa Libertadores.

Y esa actuación te catapulta para llegar a Espoli en 1996…

Sí, ahí me encontré con Alfonsito (Obregón). (El DT uruguayo) Fernando Rodríguez Riolfo vio mis condiciones y me llevó.

Obregón es tu hermano, ¿no?

Sí, somos hermanos. Incluso tenemos una muy buena relación, siempre nos juntamos. Jugamos los jueves en un club que se llama los “Matanoche”, nos conocíamos desde juveniles. Pero fue en Espoli donde se generó la amistad más grande; en esa época vivimos en el mismo edificio.

Estaba destinado que conozcas a tu padre. En tu primer año con Espoli viajas a Asunción y se encuentran los tres…

Sí, en 1996 viajamos a jugar Copa Libertadores y conocimos a nuestro padre, Alfonso tampoco lo conocía. Pero te explico, tengo los dos apellidos de mi mamá: Zambrano Álava. Mi madre me tuvo a los 15 años, luego no tuvo compromisos.

¿Tu mejor temporada con Espoli fue en 1999?

Fue un año muy bueno, logré marcar 14 goles, y eso me valió para que el profesor (Hernán) “Bolillo” Gómez me llamara a la selección nacional y para que El Nacional se interesara en mí.

¿Espoli pedía mucho dinero?

Recuerdo que ese año Fabián Cubero salió como mejor jugador y yo fui tercero. Un día, uno de los dirigentes de El Nacional nos reunió y nos dijo que nos querían comprar en $ 150.000 por cada uno. Pero en Espoli pidieron $ 250 mil y no se dio el fichaje; prácticamente nos cortaron la carrera.

¿Y después cómo lograste salir del equipo?

Espoli ya estaba mal. Y como yo estaba suspendido nueve fechas me quedé en Portoviejo, retirado. Pero me llamó el profesor Perdomo Véliz, que agarró a Espoli; él es manaba. Yo le dije que me quería ir del equipo, pero él me pidió ayuda y me convenció. Me dijo que había hablado con los dirigentes y que si hacía una buena temporada me dejarían salir. Fue así, hice una buena campaña, metí como 14 o 15 goles y al final pude salir y llegué al Delfín.

¿Escogiste Delfín?

No, eso lo hizo directo Espoli. Yo creo que lo hicieron de mala leche, porque ellos sabían que tenía una vida airada y en vez de aceptar las propuestas de Liga, Emelec o Barcelona, me mandaron a Delfín; sabían que acá (Manabí) sería otra cosa.

¿A qué te refieres con vida airada? ¿Fiestas, alcohol?

Ellos (dirigentes de Espoli) sabían que yo tenía una vida extrafutbolística, no lo escondo. Después de los partidos me gustaba tomar cerveza, mucha cerveza. Ellos sabían, tanto así que luego de jugar los policías me seguían para cuidarme.

Y se viene el gran salto a un equipo grande. La oportunidad que quisiste siempre…

Antes de firmar con Liga tenía todo arreglado con Deportivo Quito. Yo estaba  en un hotel y había hablado con el gerente deportivo del club. Pero llegó mi hermano (Alfonso) y me dijo que don Rodrigo (Paz) quería hablar conmigo. Me dejé convencer.

¿Recuerdas la forma en que arreglaste tu contrato?

Ni me quiero acordar porque me fallaron. Me atendieron cerca de ocho dirigentes, incluido Don Rodrigo. Fui por menos dinero del que me ofrecían en el Quito.

¿Cuánto ibas a cobrar?

En el Deportivo Quito iba a ganar $ 3.000 de sueldo por mes y $ 30.000 de prima.

Después de ganar el título le restriegas a Jorge Fossati que fueron campeones gracias a ti. ¿Verdadero o falso?

Es verdad. Él no me quería. Nunca vi a un técnico que se pusiera a pelear con la hinchada porque le pedía que yo jugara. En los dos últimos partidos de ese año me dejó en el banco, luego de ser titular en ocho juegos seguidos y tuvo la osadía de ponerlo al paraguayo (Virgilio) Ferreira solo porque le marcó cuatro goles a Deportivo Cuenca, un equipo que ya estaba liquidado, por eso quedó goleador del equipo.

¿Pero cómo fue el altercado?

Estábamos en la celebración del título y yo exploté, estaba tomado. Le dije “falso”, le dije de todo. Me sacó de un equipo donde era titular para meter a dos refuerzos que trajo: (Ignacio) Rizzo y (Martín) Ojeda. Me mandó a trabajar con los juveniles y en un partido le metimos 4-0 al equipo titular; ya estaban saliendo para primera Luis Bolaños y Marwin Pita.

¿Ese percance te costó la salida?

No, yo estaba ratificado, pero con lápiz. El tema fue lo económico. ¿Cómo era posible que Ojeda, un chico que todo el tiempo estuvo en la banca, ganara $ 10.000 y yo apenas $ 1.500? Luego de la campaña y de quedar campeones les pedí $ 5.000 de sueldo y unos $ 50 mil de prima y me dijeron que estaba loco. Hace unos días encontré un recibo de $ 4.999 que me pagaron como premio por el título, a los otros les dieron $ 50.000.

Y tu relación con los Paz…

Nunca me respaldaron. Si un futbolista es útil para un equipo, haciendo una buena campaña, hay que arreglarle su situación. Preferí salir.

Tras esos problemas, ¿pensaste en retirarte?

Siempre me quise retirar del fútbol porque no tenía suerte en los contratos,  nunca tuve una estrella (suerte) en ese tema.

¿Tomaste malas decisiones?

Sí, justo después de Liga de Quito me llamó el colombiano Javier Bustamante a decirme que quería manejarme. Yo le dije que mis derechos eran de don Héctor Delgado, en Nueva York, y que ya no quería jugar fútbol. Entonces me dijo que en 15 minutos me llamaba con una oferta, yo en ese momento le di el número de don Héctor para que hablara también con él. Efectivamente (Bustamante) me llamó y me dijo que le habían dado mi pase por $ 300.000 y que iría a Deportivo Cuenca por $ 8 mil mensuales, una prima de $ 40 mil, y departamento.

¿Viajaste a Cuenca?

No, no. A las dos horas de la llamada de Bustamante me llamó don Héctor y me dijo que él mismo había arreglado con los dirigentes de El Nacional, que jugaba Copa Libertadores, y que ellos iban a comprar mi pase. Le dije que no, que yo me iba a Cuenca, aparte me gustaba la ciudad, pero me dijo que fuera  a Quito porque él era un hombre de negocios. Me llamó un dirigente de El Nacional para ordenarme que me presentara en una semana en Quito. Nuevamente me llamó Bustamante y le tuve que recordar que mi pase no me pertenecía. Tanto recuerdo las últimas palabras del colombiano: “vea mijo, se va a arrepentir”.

¿Te arrepentiste?

A la larga sí. Me fui a Quito en mi camioneta para presentarme en El Nacional.  Me hice los chequeos médicos y todo OK, pero no firmé el contrato ese día porque todos estaban en Guayaquil, ya que el equipo iba a jugar la Noche Amarilla. Entonces me dieron una tarjeta de un hotel cinco estrellas y me fui para allá. Me relajé, pedí un sánduche cubano y una Coca Cola con hielo para ver el partido (Noche Amarilla) y justo en la televisión lo entrevistaron al presidente de El Nacional y le consultaron sobre mi contratación. La respuesta casi me hace atorar: “la negociación con ‘Bertoni’ se cayó”. La dirigencia decidió contratar a Otilino Tenorio.

¿Buscaste a los dirigentes?

No. Cogí un sixpack de cerveza y me subí a mi camioneta, no dije nada, estaba con mucha vergüenza. Vine llorando casi todo el camino. Lloré desde Quito hasta Santo Domingo. Para mi dolor ese año (2004) el campeón fue el Deportivo Cuenca.

Y terminas en Liga de Portoviejo…

Dirigentes, amigos míos, me fueron a buscar. Dijeron que no me decepcionara y me hicieron arreglar con gente de Odebrecht, comprometida a solventar mi sueldo. No sé cómo fue ese arreglo, pero me pagaban.

Cuando parecía que estabas cerca del retiro apareces sorprendentemente en Emelec…

Yo me encontré en unas terapias físicas en Guayaquil con Juan Carlos Tarré, que en ese tiempo era gerente de Emelec. Me dijo que si quería jugar en el equipo y le dije que sí. Me informó que en diciembre llegaba (el DT) “Cachín” Blanco y que fuera a entrenar. Así fue, pasé los exámenes médicos, entrené bien y me quedé.

Recuerdo que en esa época azul caíste preso en Portoviejo. ¿Puedes detallar el incidente?

Había llegado a Portoviejo tras una minipretemporada. Después de una siesta salí con el afán de tomarme una cerveza. Me encontré a un compadre y compramos un sixpack, dimos una vuelta por la avenida Manabí y nos cogió un control de la Policía. No tenía mis documentos y pedí que me dejaran ir a verlos, pero el oficial no quiso y pidió  que alguien los llevara al Comando porque yo iba preso. Encima vio las cervezas y me dijo que estaba tomando, pero yo todavía no había abierto ni una botella. “Hágame la prueba de alcoholemia”, le respondí. Cuando estaba subiendo al carro me pegaron un “guachazo” y se armó la gresca. Estuve tres días preso.

¿Fuiste indisciplinado?

No. Que pude haber dado más, sí. Yo me cuidaba de lunes a sábado o hasta el día del partido, pero después me dedicaba a tomar. Solo cerveza. Si no eran más de 10 cajas no era “Bertoni”.

¿Consumiste drogas?

No, gracias a Dios ni un tabaco. Muchos dicen que sí, pero es mentira.

¿Tomabas con tu hermano?

Un día después de haber ganado un partido con  Espoli fuimos a entrenar y el profesor Rodríguez Riolfo le preguntó a Alfonso si había tomado. -Sí, profe. -¿Con quién? -Con “Bertoni”. -Uff, ¡te tomaste un camión!

Los peores y mejores técnicos que tuviste…

Otto Morcillo y Alfredo Encalada, muy malos. Y entre los mejores Rodríguez Riolfo y Fossati. Pero el que me marcó, mi maestro en el tema de hacer goles, fue Víctor Manuel Battaini. Recuerdo que me tomaba de la pantaloneta para enseñarme los movimientos.

¿Y en cuestión de dirigentes?

Los peores los de Liga de Quito; no valoran al futbolista ecuatoriano. Y los mejores fueron los de Emelec, conversaron hasta lo último con Habberger, pero no se pudo.

¿A quiénes consideras cracks?

Me divertía viendo a Álex Escobar. Y aquí en Portoviejo Alfredo Delgado, un gordito con el que hice 26 goles.

¿Los peores defensas?

En mis inicios (Jimmy) Montanero me pisó una costilla. Byron Tenorio y (Marcelo) Fleitas también dieron durísimo.

¿Reuniste dinero?

Sí, de lo poco que gané, tengo casa y auto. (Augusto Itírburo -El Telégrafo)

 

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