El boicot inglés al Mundial de Fútbol de Rusia, que empezará este junio, es una de las medidas de represalia que considera el Gobierno británico si se comprueba la implicación rusa en el presunto envenenamiento de un exespía ruso.
El diario «Daily Mirror» señala hoy que se estudia incluso que la familia real británica no vaya en calidad de representación británica al campeonato de fútbol, después de que el exespía Sergei Skripal y su hija, Julia, fueran hallados el domingo inconscientes en Salisbury, centro de Inglaterra, por el efecto de una sustancia desconocida.
El ministro de Exteriores, Boris Johnson, ha advertido ya de que el Reino Unido responderá con firmeza si se comprueba que las autoridades rusas trataron de asesinar a Skripal, quien fue doble agente durante muchos años y trabajó para la inteligencia británica.
«Creo que será difícil ver cómo puede mantenerse la representación del Reino Unido en la Copa del Mundo», dijo Johnson en el Parlamento al referirse a que el Reino Unido considerará todas las medidas posibles como represalia.
En torneos anteriores, el príncipe Guillermo, segundo en la línea de sucesión a la corona británica y que es presidente de la Federación inglesa de fútbol, ha representado a su país.
Ni el palacio de Buckingham, residencia oficial de la reina Isabel II, ni el de Kensington, donde vive el duque de Cambridge, han querido pronunciarse sobre si hay planes para que el príncipe acuda al Mundial de Fútbol de Rusia.
La Policía británica investiga el misterioso caso del exespía y también el origen de la sustancia que provocó la intoxicación.
Este exespía, según los medios, fue un antiguo coronel del espionaje militar de Rusia, condenado en 2006 a 13 años de prisión por alta traición tras ser procesado por haber colaborado durante años con los servicios de espionaje británicos MI6.
En 2010 fue puesto en libertad en un intercambio de espías rusos expulsados de Estados Unidos, canje que tuvo lugar en una pista del aeropuerto de Viena, en lo que en su día fue uno de los más notorios desde la época de la Guerra Fría.
Skripal fue llevado al Reino Unido, donde se instaló en Salisbury, ciudad conocida por su catedral y donde el exagente llevaba una vida aparentemente muy tranquila. EFE