Una borrachera que jamás olvidará. Una noche llena de diversión que luego se transformó en pesadilla, pero de la que recién despierta. Fueron 10 meses encerrado en prisión por ingresar en estado etílico a la habitación de dos menores de edad de las que supuestamente abusó sexualmente.
Su nombre: Arturo Arroba o más conocido por los medios como el Caso Castilla. Un estudiante de medicina que ingresó a una propiedad privada en donde dormían dos niñas de 6 y 7 años a las que según versiones de sus padres, él habría abusado. Todo esto ocurrió aquella madrugada del 5 de diciembre de 2018. Fecha que no olvidará, pues dijo él “se cometió una injusticia (…) seguiré con la frente en alto”.
Estuvo diez meses en la Penitenciaría hasta el jueves 14, pues el miércoles fue declarado inocente, ya que el tribunal no encontró pruebas contra el joven de 24 años.
Luego de 6 días de abandonar las frías celdas de la prisión se sienta en el mueble de su casa y recuerda acompañado del abrazo de sus padres todo lo que tuvo que pasar mientras trataba de sobrevivir en prisión.
“Admito que por mi estado etílico cometí un error y me equivoqué de casa, pero nunca cometí ese delito. No sería capaz de hacer algo así. Tengo tres hermanas”.
Culpa a las copas de más e incluso a la similitud de la construcción de la vivienda, pero de algo de lo que sí esta seguro es que él no las lastimó.
Según Arturo, el día que ocurrió el hecho estaba ebrio cuando ingresó a la vivienda, como tenía la misma estructura subió directamente a la habitación de las niñas, se acostó a dormir y al poco tiempo vomitó, fue cuando abrió la puerta de la habitación de los padres de las menores y el señor decide enfrentarlo, entonces Arroba se asustó y salió corriendo. El momento en que abandonó el domicilio incorrecto quedó registrado en cámaras de seguridad del sector.
Arturo sostuvo durante la entrevista con este medio que jamás notó la presencia de las niñas porque creía que estaba en su cuarto.
“El día que llegué a la cárcel un preso me señaló y me acusó de abusador porque mi cara había sido difundida en redes. Un señor, al que nunca más volví a ver, me protegió ese día y les dijo que conmigo no se metieran. Poco después me enviaron al pabellón 4. Ahí están los evangélicos, esa es la zona más tranquila de la Penitenciaría. Pasé hambre, pero hice grandes amigos”, contó Arroba.
Ahora que recuperó su libertad planea retomar sus estudios de medicina porque se quedó en el octavo semestre de la carrera universitaria.
También contó que gracias a todo lo que tuvo que padecer se dio cuenta de los verdaderos amigos que le quedaron y confesó que aquellas noches de ‘copas locas’ quedarán en el pasado. (EXTRA)