La música y las voces de los comerciantes y clientes son incesantes en Tarqui, la parroquia más grande de Manta. Ese bullicio ha devuelto la vida a esta zona, donde funcionan 200 locales, que se han reactivado, tras cinco años del terremoto de 7.8 grados que afectó a Manabí y Esmeraldas.
Galyplast fue el primer negocio que regresó a Tarqui, hace cuatro años. Galo Dávila abrió su local entre el ruido de la reconstrucción. Ahí empezó a convocar a los otros comerciantes para que se reintegren.
Tenían miedo porque a un año del terremoto aún se hacían demoliciones y las calles estaban cerradas por las obras del alcantarillado. Además, 1 000 vendedores se habían instalado en el centro comercial popular Nuevo Tarqui.
Dávila soñaba con ver poblado nuevamente a Tarqui, que antes del terremoto tenía 5 000 locales. Les insistió en el 2018. Poco a poco, los comerciantes empezaron a volver: unos adquirieron créditos (ver gráfico), otros recurrieron a prestamistas en sus familias.
Dávila formó un comité para impulsar a que la banca y las empresas regresen. Llegaron Banco del Pacífico y la Empresa de Agua Potable.
Este comité también organizó rifas y concursos para atraer a los clientes. Desde el 2018, cada año se suman entre 50 y 60 locales a esa reactivación.
Los comerciantes Galo Dávila y José Paredes hicieron un estudio de mercado, para demostrar a las empresas que es factible volver. “Hemos recibido una respuesta favorable de banco Pichincha y Mi Comisariato para abrir una sucursal el próximo año”.
A un kilómetro surgió la planta Verde y Maní, de Esther Zambrano. Ella perdió su cafetería, pero la tragedia la motivó a instalar una fábrica de tortillas de maíz precocidas y congeladas. Ahora distribuye el producto en Jipijapa, Quito, Guayaquil y Manta. También motiva a más mujeres para que emprendan.
En Pedernales, el comercial y el turismo están activos. Antes del terremoto había 2 000 negocios registrados en el Municipio. En 2019 llegaron a 3 500. Aunque por la pandemia, el 10% debió cerrar, según la Asociación de Comerciantes Pedernales Reactivado.
En Portoviejo y Bahía de Caráquez, la reconstrucción y reactivación ha sido más lenta por el retraso de las obras.
En la zona cero de Portoviejo, el proyecto de soterramiento tardó dos años más de lo previsto. Los trabajos impedían que el cliente llegara a los locales como el de José Cevallos. Él atiende una zapatería.
El portovejense aún no logra reactivarse. Pero espera obtener un crédito de USD 3 000 para renovar la mercancía.
En Bahía de Caráquez, los comerciantes regresaron al centro, porque se regeneró el malecón y atraía al turista. Pero por la pandemia, 30 de 100 locales cerraron o retornaron a la parroquia Leonidas Plaza; ahí se instalaron más de 300 comerciantes tras el sismo.
Julián Zambrano, miembro del Comité Ciudadano Post Terremoto, dice que hay obras pendientes, tras cinco años. Es urgente que se hagan obras como las nueve estaciones de bomberos y se entreguen los hospitales de Chone, Pedernales, Sucre y Manta, indica.
El prefecto Leonardo Orlando reconoce que hubo una desaceleración en la reconstrucción, por los cambios ministeriales y la pandemia. Los hospitales están en construcción y se tiene previsto un rubro para las estaciones y otras 45 obras.
En Esmeraldas, las autoridades insisten en que la reconstrucción no ha sido suficiente. En la provincia hay familias que esperan una vivienda y servicios básicos. La prefecta Roberta Zambrano pide al Gobierno que informe sobre qué obras se hicieron durante el 2020.