El recinto El Plac3r del Cul0 en la provincia de Manabí es un caserío en medio de las montañas. La entrada principal y la única vía del lugar es un estrecho camino vecinal al que los moradores han colocado piedrillas para disimular los huecos y el polvo.
Lo primero que se observa al ingresar es una cancha, la iglesia de La Merced, dos casas en cada lado y un puesto de venta de bocadillos.
¿Buenas tardes, este es el sitio Plac3r del Cul0? ¡Sí! Responden entre risas los moradores que están reunidos en el puesto informal donde se fríen unas empanadas de yuca y donde una mujer raspa una maqueta de hielo para hacer los granizados de diferentes sabores y colores que se venden a los escasos moradores que viven o visitan este sitio.
Amalín Loor vive aquí desde hace 56 años, cuenta que desde que tiene uso de razón el lugar se llama así. Son innumerables las ocasiones en las que ha tenido que explicar a qué se debe el nombre. Esta vez no es la excepción y empieza a contar, mientras los que han llegado escuchan atentamente.
Cuenta que el sitio se llamaba primeramente El Cul0 y sobre ese nombre hay dos versiones. La una es que una señora estaba orinando en medio de la maleza, alguien la vio, luego esa misma persona para identificar al lugar se refería diciendo “allá en El Culo”, nombre que se propagó rápidamente.
El escritor e historiador, Óscar Trámpuz, complementa el diálogo diciendo que la otra versión sobre, el origen del nombre es que como el lugar se ubica al final del sistema montañoso y en los límites de 24 de Mayo, cantón al que pertenece, era conocido con ese peculiar nombre “El C?l?”, por lo olvidado y lo distante que queda de la ciudad.
Todo cambia cuando un sacerdote llegó al lugar, al conocer que tenía ese nombre se sorprende y le dice a sus moradores que se lo cambien. “Sugiera usted padre, le respondieron los lugareños”, qué tal si le ponen “El Placer” respondió el religioso lo que fue aceptado por la población que, sin embargo, ya se había encariñado con la primera denominación.
Así mientras unos le llamaban El Placer, otros le seguían diciendo El Culo, lo que generaba cierta confusión. Tiempo después para que no existieran esas discrepancias, los habitantes decidieron que el lugar se llamaría El Placer y tendría como apellido “El Culo” pasando a llamarse “Plac3r del Cul()”, recuerda Óscar Trámpuz, quien dice que desde entonces ya han pasado unos 65 años.
En la actualidad este recinto de la parroquia Sixto Durán Ballén del cantón 24 de Mayo tiene el nombre reconocido por el municipio local y por el Instituto Geográfico Militar, tanto es así que al buscárselo en el mapa, Plac3r del Cul() aparece como un recinto de la zona rural de Manabí.
Anécdotas
¿Y ustedes se sienten contentos con ese nombre? Pregunta la periodista de ManabiNoticias.com ¿por qué no? expresan los moradores, diciendo que ellos se sienten muy felices con ese nombre, pues es parte de su identidad, de sus ancestros y además siempre genera curiosidad entre quienes lo escuchan.
Gissela Loor, quien vende granizado de leche, menta y tamarindo, cuenta que hace poco fue a hacer un crédito al banco BanEcuador y cuando ella le dice el nombre del lugar al asistente de crédito éste no lo podía creer. Enseguida lo buscó en el mapa y recién allí se convenció. La gente que escuchaba también se reía, recuerda.
Flor Macías es catequista y cuenta que la semana pasada desfilaron en el cantón 24 de Mayo. Cuando el animador las presenta expresó: “recibamos ahora a las catequistas del recinto “Plac3r del Cul()”, todos los que veían el desfile enfocaron las miradas sobre ellas, quienes no pudieron aguantar la risa, así como tampoco sonrojarse”.
“En misa el padre Jonathan López sólo se refiere al lugar como El Placer”, pero después fuera de la iglesia, allí hasta él le dice el nombre que es”, manifiesta.
Yadira Loor tiene poco tiempo que retornó al lugar. Comenta que desde los 12 años se fue a vivir a Guayaquil, pero que desde hace un año regresó a su tierra natal. Este es un lugar tranquilo, no se escuchan peleas, ni robos. El clima es agradable y permite la cosecha de frutas y otros productos, y además ya tenemos nuestra propia casa, explica.
La tarde avanza y el olor a empanadas inunda el ambiente, Amalin Loor toma la palabra y narra que en Plac3r del Cul() viven unos 80 moradores; su padre Salomón Loor Suárez, quien en la actualidad tiene 84 años era uno de los líderes del lugar.
Él junto a otros adultos, muchos de los cuáles, han fallecido lograron que se abriera la vía, que se construyera la cancha y la pequeña capilla.
Necesidades
En PPlac3r del Cul() no todo es agradable. Las autoridades parecen que se han olvidado de las necesidades básicas que tienen sus habitantes.
A este sector rural no llega el recolector de basura, por lo que ellos se ven en la obligación de quemar o enterrar los desechos.
El agua que consumen la captan de los esteros que atraviesan el sector o de los pozos que abren en sus propiedades.
Para buscar atención médica o educación los pobladores tienen que movilizarse a los recintos más cercanos como Las Mercedes. Carecen de telefonía convencional, sólo llega la señal de una línea celular.
Para sacar a un enfermo al centro de salud más cercano a Olmedo o a 24 de Mayo tienen que valerse de la solidaridad de un vecino que tiene una camioneta de madera o sino a lomo de caballo o mula.
Los políticos si conocen este recinto, pero se olvidan una vez que llegan al poder, coinciden los habitantes. De entre todas las necesidades, los vecinos señalan que hay una que es más urgente y esta es el arreglo de la vía. Para llegar a este sector recóndito de Manabí que se ubica en una zona limítrofe entre 24 de Mayo, Olmedo y Paján, se lo puede hacer por distintos de estos cantones. Hay que bajar y subir cerros, pasar al menos unos 5 esteros y transitar por caminos vecinales llenos de huecos. Para quienes llegan por turismo es una molestia, inconformidad que la sienten con mayor frecuencia quienes viven en el lugar.
En Plac3r del Cul() se toman con jocosidad el nombre, están claros que la interpretación genera risa en quienes lo escuchan. Lo que no se toman con humor es que pese al tiempo transcurrido las autoridades no hayan atendido las necesidades que padecen.