De los derechos civiles a los derechos humanos, 50 años después de Luther King

Unos meses antes de ser asesinado, un 4 de abril hace 50 años, Martin Luther King advirtió en uno de sus célebres discursos que la lucha social en EEUU se había transformado «de los derechos civiles a los derechos humanos», lo que le llevó a librar una campaña contra la pobreza que nunca pudo terminar.

Después de haber logrado impulsar la Ley de Derechos Civiles (1964) y la Ley del Derecho al Voto (1965), King cambió el paradigma del segregacionismo en el país, pero enseguida fue consciente de que la exclusión económica era el siguiente rival a batir para lograr la convivencia y la igualdad de oportunidades.

Hoy, medio siglo más tarde, no solo la lucha de Luther King sigue siendo actual, sino que el aumento creciente de las desigualdades y la polarización social comienza a ser parte del paisaje más normalizado.

Los datos sobre distintos factores sociales reflejan esa disparidad: el 22 % de los ciudadanos negros de Estados Unidos vivían en el umbral de la pobreza en el año 2016, mientras que solo alcanzó al 9 % de los blancos, según datos oficiales.

Edward Hailes, director de la asociación pro derechos civiles Advancement Project, consideró en declaraciones a Efe que King se hubiera sentido «muy decepcionado» por la pobreza estructural y la desigualdad económica en la que todavía viven los negros décadas después de su muerte.

«No estaría contento con la falta de progreso hacia la tolerancia racial, la exclusión social, la brutalidad policial», consideró Hailes, quien en los años 60 fue líder de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, en inglés) y más tarde asesor en materia de derechos civiles del expresidente Bill Clinton (1993-2001).

Las cifras a las que se refiere Hailes sobre las tasas de encarcelamiento en el país son abrumadoras, tanto por el elevado número de presos en las cárceles, como por la desproporción racial de la población privada de libertad y la lectura que de ello deriva sobre la aplicación de la ley.

Estados Unidos supone hoy un 5 % de la población mundial total, pero engloba el 21 % de los prisioneros de todo el planeta, mientras que el 34 % de todos los presos del país eran negros en el año 2014, según datos de la NAACP.

Otro de los aspectos fundamentales es el acceso a la educación pública, las bajas tasas entre los afroamericanos de acceso a educación superior y la segregación racial que, por razones de distribución económica, se vive en las escuelas estadounidenses.

El experto apunta que para acabar con problemas enraízados en el sistema es necesario actuar desde el nivel más bajo, volviendo a empoderar a líderes locales, estatales y federales para que desde el poder político puedan mover los cimientos de la desigualdad.

Apenas medio centenar de los 535 legisladores que conforman el Congreso de Estados Unidos son afroamericanos.

El movimiento social al que King puso rostro en los años 60, victorioso e histórico, hoy se ve reflejado en otro tipo de estructuras reivindicativas más específicas, pero que no logran alcanzar tanta visibilidad, al menos en el tiempo.

Hailes explica que la lucha de la que él formó parte hace 50 años comparte la esencia moral de las reivindicaciones actuales por parte de grupos como Black Lives Matter, surgido para condenar la violencia policial contra los negros, o el movimiento estudiantil contra las armas «Never Again».

«Hay similitudes, la búsqueda de la igualdad, de la justicia social. Al fin y al cabo todo el mundo quiere ser tratado por igual como ciudadano estadounidense», considera, pero a diferencia de entonces los movimientos de hoy no han encontrado aún a «líder elocuente y carismático», un «símbolo inspirador como King». EFE

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