El trabajo es arduo, durante ocho horas diarias una docena de médicos de Guayaquil van de una comunidad a otra en Manabí, para asistir a las poblaciones donde la atención de salud ha sido intermitente durante la pandemia del coronavirus. Comunidades de Bahía de Caráquez y recintos de la parroquia Charapotó han sido visitados por los galenos.
Los médicos enviados por el Municipio de Guayaquil llegaron a Manabí el 31 de julio y hasta el 6 de agosto atendieron a 643 personas y realizaron 229 pruebas rápidas de COVID-19. Un apoyo similar de profesionales porteños se cumple en Quito, dentro de un plan del cabildo guayaquileño para contrarrestar la pandemia.
En Manabí los galenos voluntarios se quedarán hasta el martes 18 atendiendo a la población, principalmente, rural.
Iván Barreto, jefe de la delegación, indicó que la atención será para todo el que se acerque o se haga el rastreo en comunidades del cantón Sucre, cuya cabecera cantonal es Bahía de Caráquez. Así, por ejemplo, en el sitio San Roque, de la parroquia Charapotó, a unas siete personas vulnerables se les realizó la prueba del COVID-19, y los resultados se los conocerá próximamente.
“Nos dijeron que si salen positivos les llaman, si no, no pasa nada”, contó Denis Centeno, dirigente de San Roque.
Hasta el domingo, en Sucre el Ministerio de Salud Pública (MSP) reportó 373 contagios.
La situación en algunos recintos de Charapotó es difícil, reconoció Óscar Cevallos, presidente de la comunidad Cañitas, quien dijo que en su sector algunas personas han fallecido con sintomatología asociada al coronavirus.
“Imagínese lo grave que es, la preocupación es que ahora haya un rebrote…por esta causa han fallecido algunas personas en mi comunidad”, indicó Cevallos, quien agradeció la ayuda brindada por la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, a estos sectores.
Barreto, el jefe de la delegación, refirió que aparte de la desobediencia a las normas de bioseguridad en estas poblaciones se cuentan anécdotas de algunos pacientes sobre la supuesta cura del COVID-19 que han tenido, a través de medicamentos caseros o plantas.
Ante aquello, mencionó que como científicos de la salud no se puede garantizar que dichos remedios o infusiones de plantas curaron a pacientes, que se requieren de evidencias.
“Unos montes de no sé qué me dijeron (que tomaron), pero bueno, dicen que tuvieron mejoría, pero de pronto son COVID-19 asintomáticos o leves que tienen su vida media de 7 a 10. Sin sintomatología y sin gravedad no se puede catalogar como que el agüita de tal cosa es una cura”, declaró Barreto.
Centeno, el dirigente de San Roque, confirmó que en algunas comunidades las personas prepararon infusiones de plantas como la hoja de guayaba, eucalipto, hierba luisa mezclada incluso con agua de Valeriana, y que además se piensa que a través de apoyo de fundaciones se mocione que las personas retomen los huertos familiares con inclusión de medicinas ancestrales.
Pese a estas anécdotas, la atención en carpas continúa sin cesar. Barreto insistió en que si no hay organización en la ciudadanía, los picos altos de contagio se mantendrán. Incluso indicó que si bien la falta de obras básicas incide en la afectación de una población ante enfermedades o virus, las normas de bioseguridad deben ser más exigentes aún.
Íngrid Zambrano, alcaldesa del cantón Sucre, indicó que si bien el número de fallecidos por síntomas asociados y por la pandemia ha disminuido en las última semanas, el contagio aún se mantiene en la localidad, que tiene un hospital con poco espacio para atención de afectados por COVID-19.
“Desde marzo hasta julio hemos tenido 187 fallecidos en todo el cantón, de los cuales 100 fallecimientos estuvieron relacionados a la pandemia”, señaló Zambrano. (El Universo)