Otro desastre copero del Real Madrid, perdió ante un desconocido Leganés

El Leganés provoca otro desastre copero en la ya larga lista del Madrid, que lleva décadas desatendiendo los torneos nacionales de un modo negligente y escandaloso.

El club se ha acostumbrado no solo a un juego defectuoso por norma, sino a regalarle al Barcelona Ligas y Copas. Lo que tardaron años en conseguir los Gento, los ye-yé o la Quinta lo van a dilapidar 20 años de dejadez y un simplismo obsesivo con la Champions, las noches mágicas y el «volverá a reír la primavera».

A veces parece que las Copas de Europa no coronan, sino que maquillan.

El Leganés remontó la eliminatoria en el Bernabéu. Eso lo dice todo. El juego de los de Zidane fue tan malo como en muchos momentos del año pasado. Pero ya no acude nadie al rescate con un cabezazo milagrero. La flor era un recurso técnico y periodístico necesario para explicar lo que pasaba. Era un hecho tan vegetal como futbolístico. Pero vayamos al partido.

El Madrid se fue al descanso con una pitada general del estadio. No era la mejor entrada del año, pero había gente suficiente. No es que fuera perdiendo, es que ni siquiera había tirado a puerta.

El inicio del Leganés fue meritorio. En el minuto 4 Beauvue ya chutó una falta al palo.

El Madrid empezó animoso y vertical. El estilo acelerado y nada reflexivo que ahora se considera propio de la casa. El paso lo marcaba Lucas, que ganó influencia en el equipo en este torneo de Copa. En realidad, la Copa la jugó él.

A Lucas se le unió Theo, que llegó varias veces y centró con más tino que de costumbre. Estuvo mejor. El atacante Leganés dejaba autopistas al Madrid y el partido estaba largo, pero bonito, vistoso.

A eso del minuto 20 comenzó a bajar el tono, y el público aprovechó para manifestarse. Pitaron cruelmente a Casilla por un mal saque, estropicio solo superado por un centro de Achraf. El infierno ha de ser un tuya mía entre los dos. Isco se ganó un ¡oh! con una de sus monerías. Los ¡oh! que se lleva Isco no son normales. El Bernabéu suena como cuando abres Windows.

El Leganés, bien movido por Gabriel, buscaba sobre todo a Amrabat, que además caía en la banda del querúbico Achraf. El Madrid podía salir a la contra, pero no terminaba de hacerlo porque no superaba la presión pepinera. Llorente estuvo bien al quite, pero mal tocando. Está pensando lento, y sus pases, que aspiran a la cortedad de un Milla, ni siquiera son infalibles. En su descargo hay que hablar de lo que le rodeaba: movimientos, pocos; mucho escayolamiento y tendencia a darle la pelota al rival. El Madrid no tiene una correcta política de toque.

Estando el partido así, llegó el fallo de Nacho tras pase vidrioso de Achraf. Eraso recogió el regalo y la clavó a la escuadra de un perplejo Casilla.

Ahí llegaron los pitos y la moral del conjunto se resintió. No fue solo el gol, es que el Leganés siguió atacando con más orden, mientras el Madrid se desfiguraba. Siempre hay un momento en que el rival parece el Ajax, y también lo tuvo el Leganés.

Se quiso rehacer el Madrid. Isco le mandó un pase michelesco a Benzema, que no llegó al remate. Parecido pase lo intentó Theo, pero mandarle centros a Benzema es como tirarle constituciones a Rufián.

La primera parte acabó como empezó: con Beauvue rematando solo, ante la mirada casi infantil de Achraf.

El público seguía con ganas de pitar a la vuelta del descanso, pero se calmó momentáneamente por el gol de Benzema. Buen toquetras una pared con Lucas. Las carreras de Lucas trataban de revertir el ambiente, y por unos minutos lo consiguieron. Pero en realidad nada cambiaba, el Lega seguía llegando. Primero fue una clara ocasión de Rico, cuyo pase atravesó el área a punto de ser rematado; y luego un par de saques de esquina. Así llegó el 1-2, con cabezazo de Gabriel liberado de la marca de Theo.

A partir de ahí, dramatismo madridista. Intentos nerviosos de Lucas, alguna subida de Theo, amagos de dirección de Kovacic. Pero cada fallo era silbado por una grada irritada. Parte del público no perdonó un fallo a Achraf, y Zidane sacó a Carvajal. Lo llamaremos, siguiendo la terminología que se ha impuesto, el plan B de la unidad B.

Lucas lideraba, y que Lucas lidere al Madrid habla bien de Lucas, ¿pero cómo habla de sus compañeros?

Los minutos pasaron y el Madrid llegaba, empujaba, pero sin claridad ni espacios. Su fútbol, para lo bueno y lo malo, nace en Lucas y Carvajal. Está pensado y ejecutado por ellos.

Inofensivo Isco, impotente, así que quedaba intentar la de Morata pero con Mayoral.

Modric consolidaba el dominio y Lucas ya ponía balones para el asedio: Benzema remató uno muy franco que paró Champagne; Mayoral remató otro; después Ramos hecho ya delantero. Se quería arrancar flamenco como siempre, pero no había palmas, ni toque, ni guitarra ni oportunidad.

Hasta el arranque de épica le salía desorganizado al Madrid. Ni el «balones a la olla» fue capaz de organizar bien.

Se fue el Madrid del campo con una pitada que daba auténticos escalofríos. El Leganés se quedó un poco más y fue aplaudido. Había hecho historia.

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