Dispositivos que mejoran movilidad a invidentes se fabrican en Ecuador

Kevin Freire, de 20 años y estudiante de derecho de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), es invidente de nacimiento. La mayor parte de su vida ha usado el «bastón blanco» para ayudarse en su desplazamiento en la ciudad de Quito, donde reside.

«El bastón blanco es aquel que (…) nos cuida bastante, porque nos permite identificar cuando hay cosas, obstáculos, pero abajo, como gradas [escaleras], de alguna manera nos brinda algo de seguridad», dice Freire.

Pero, «¿qué pasa cuando hay un poste, un letrero o esas publicidades que ponen en algunos locales comerciales, que van arriba?», se pregunta el joven, que ofrece la respuesta: «Hay accidentes para las personas invidentes, se golpean, recuerdo un chico que se hizo daño en la cabeza, porque el bastón ya no identifica esas cosas».

Por esa razón, Freire no ha sido reacio a probar nuevas tecnologías que le permitan mejorar su movilidad. En 2015, «unos conocidos viajaron a EE.UU. y trajeron un dispositivo, era como un teléfono al que se le aplastaban dos botones» que le facilitaría su movilidad; «pero no era preciso, era muy grande, tocaba llevarlo en una mano y el bastón en la otra, así que lo usé un buen tiempo» y lo echó a un lado, dice.

Desde hace año y medio, el joven usa un nuevo dispositivo tecnológico llamado EyeClip, desarrollado por el emprendimiento social ecuatoriano HandEyes.

EyeClip

El EyeClip «es un pequeño radar que mide 5×5 centímetros, se utiliza como un ‘gadget’, la gente lo puede poner en la camisa o en el bastón», explica Diego Aguinsaca, director Ejecutivo de HandEyes.

El dispositivo tiene un pequeño sensor circular en la parte frontal, a través del cual se detectan los objetos que están frente al usuario. Al detectarlo, el EyeClip emite un sonido o vibra, lo que permite al invidente tomar las precauciones al respecto.

El EyeClip, que funciona con ondas de ultrasonido, es capaz de captar la presencia de obstáculos desde 15 centímetros hasta 1,5 metros y los objetos pueden ser tan delgados como un cable. Cuenta con dos botones, que permiten el encendido y apagado, además de cambiar las funcionalidades, como ponerlo en modo sonido o vibración. Tiene un puerto USB, similar al de la mayoría de los teléfonos, a través del cual se carga su batería.

Actualmente, según datos aportados por Aguinsaca, hay alrededor de 200 usuarios con el EyeClip. La mitad de ellos son de Ecuador, y el resto están en México, Argentina, Chile, Colombia, España, EE.UU. y Costa Rica.

Los responsables de HandEyes recomiendan su uso a partir de los 7 años. Aguinsaca señala que «no hay una edad tope, pero los que más lo utilizan son jóvenes y adultos hasta 45 años».

«Más seguridad e independencia»

«Cuando ya aparecen letreros, postes y ese tipo de situaciones, el EyeClip, con su alarma o vibraciones, nos advierte», comenta Freire, quien decidió usar el dispositivo en el bastón, con un ‘clip’ que elaboraron, también, los responsables de HandEyes. Entonces —señala— «el bastón nos ayuda y nos protege en los obstáculos de abajo y el EyeClip cuando hay obstáculos arriba».

«Tenemos más seguridad, más independencia, incluso, y podemos caminar más tranquilos; no con esa incertidumbre de si me voy a encontrar un letrero, porque siempre está eso en la cabeza, al menos cuando alguien ya sufre golpes», comenta el joven.

Freire, ya bastante familiarizado con el dispositivo, da un ejemplo de cómo le funciona: «Estamos yendo recto, el dispositivo nos da la señal que hay algo ahí, entonces cambiamos de dirección un poco a la derecha o a la izquierda, y si ya no suena, entonces sabemos que por ahí sí podemos pasar».

En cuanto al uso, dice que él suele usarlo en modo sonido cuando está «en lugares abiertos» y en vibración «en oficinas o lugares cerrados, para que no cause ruido y no molestar a otras personas». Mientras está en clases, aprovecha para cargarlo en la computadora que usa, ya que con «una o dos horas de carga» es suficiente para el resto del día.

Además de los beneficios personales, Freire señala que el dispositivo le ha permitido «concientizar y generar solidaridad en las personas» hacia los invidentes. «Antes pedía permiso para pasar y no se retiraban (…) ahora el dispositivo, al detectar a una persona también genera el sonido y ellos al escuchar se hacen a un lado para darme paso».

El proyecto HandEyes

Freire conoció de este dispositivo en 2016, cuando el proyecto ganó el primer lugar en el concurso ‘Una Idea para cambiar la Historia’, organizado por The History Channel. «Me pareció interesante; y, para ser honesto, pensé que era de otro país«, dice el joven universitario.

El acercamiento con los responsables del proyecto se concretó después, cuando se organizó en su universidad una reunión sobre inclusión educativa. «Ellos me invitaron a uno de estos picnics que hacían en los parques y ahí me prestaron el dispositivo, probé en el parque y comenzó una buena relación, les empecé a colaborar», dice. Una vez desarrollado el producto final, uno fue destinado para él.

Aguinsaca señala que el proyecto «nació hace más de cinco años, como un proyecto universitario» en la Universidad de las Fuerzas Armadas de Ecuador – ESPE, como parte de una cátedra denominada «proyecto integrador, en la que te permiten vincular todos los conocimientos que llevas hasta cierto nivel». Comenzó con un prototipo muy básico, pero «desde las primeras pruebas con la gente nos dimos cuenta del impacto que podía tener y que podríamos crear algo que genere un cambio en la comunidad de discapacidad visual».

Después de un año empezaron a «tener prototipos funcionales, empezamos a trabajar con las personas con discapacidad visual» y, actualmente, «ya tenemos un producto en el mercado» y se están «fabricando 10.000 dispositivos en Ecuador».

El salto al EyeBorg

Aguinsaca informó que ahora están dando un salto más y han desarrollado el EyeBorg, un dispositivo del cual ya «tenemos los primeros prototipos, hicimos las primeras pruebas, las personas están reaccionando bien, aún no tenemos efectos secundarios». Fue lanzado este año en una feria tecnológica en México, pero aún necesitan más ensayos para hacer mejoras.

El EyeBorg, que es «mucho más disruptivo» —en palabras de uno de sus creadores—, es «un pequeño rombo que va en la frente de las personas y tiene el mismo principio de este radar [del EyeClip], de detectar las cosas que están en frente, pero les da una pequeña sensación a las personas de vibración», que es «muy peculiar por los nervios que atraviesan esa zona».

El dispositivo se pega a la frente «con una silicona médica» y esperan «que no se requiera ninguna operación quirúrgica», explica Aguinsaca. A diferencia del anterior, que trabaja con ultrasonido, la tecnología que usa el EyeBorg es «rayos de luz», que permite al usuario sentir a qué distancia se encuentra el obstáculo e, incluso, verificar las dimensiones del objeto con un leve movimiento de la cabeza.

El objetivo que busca HandEyes con este nuevo dispositivo es «darle un nuevo sentido» a las personas invidentes, «no solo de que el usuario sepa o sea avisado cuando hay cosas en frente, sino que el cerebro empiece a tomar, después de un tiempo, esta nueva señal como propia del organismo, como lo hace con el gusto o el oído».

El EyeBorg debe su nombre a «ciborg», que es «literalmente la unión de un organismo y la cibernética»; y con el dispositivo buscan cambiar el concepto que tiene la sociedad sobre las personas invidentes —señala Aguinsaca—, que los vean como «un superhéroe» o un «tipo de superhumano»; para eso le han incorporado unas pequeñas luces, que lo hacen ver como una gema.

«La mayoría de la gente cuando ve a alguien con discapacidad visual dicen ‘pobrecito el ciego’, lo que nosotros buscamos es vincularlos, de una manera positiva y equitativa», enfatiza.

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