Diario Extra.- Cabezas por aquí, brazos y piernas por acá, tórax más allá. Así fue ayer el macabro despertar de quienes habitan en la cooperativa Luchadores del Norte, situada en el sector de la Juan Montalvo, en el noroeste de Guayaquil.
En un perímetro de un kilómetro, de esta zona porteña, criminales que se movilizaban en un carro blanco dejaron abandonados cinco sacos de yute, en cuyo interior había 12 piezas humanas, que corresponderían a dos hombres.
El primer hallazgo se registró a las 04:00, en la vereda del solar 14 de la manzana 1949. Aquí fue encontrado un costal con dos cabezas, otro con cuatro brazos y un tercero con el mismo número de extremidades inferiores. Pero, como si esto no fuera suficientemente terrorífico, dos horas después, en el solar 13, de la manzana 1712, apareció un cuarto saco, en cuyo interior había un torso.
Treinta minutos después, moradores informaron a los policías, quienes aún realizaban los procedimientos para retirar la parte de los restos hallados, que a dos cuadras, en la manzana 1955, habían dejado otro costal y que en su interior también había un tronco humano.
El teniente coronel Diego Carrillo, jefe subrogante del distrito Florida, informó que de acuerdo a las grabaciones de cámaras de seguridad del sector, los bultos fueron arrojados aproximadamente a las 01:00, por sujetos que se movilizaban en un carro de color blanco.
“Una señora se acercó y llorando dijo ser la madre de una de las dos personas halladas, lo reconoció por un tatuaje que tenía en un brazo. Sin embargo, las pericias determinarán si se trata de la misma persona”, manifestó.
El jefe policial recordó que en este sector de la Juan Montalvo, hace dos meses, el pasado 11 de enero, se dio una novedad parecida, fueron encontradas siete piezas humanas en cinco sacos de yute. “Este es un sector peligroso, podría ser por temas relacionados con droga. Quizás es un mensaje de bandas delictivas”, sostuvo el teniente coronel de la Policía. (AEB)
FAMILIARES
“Era la cabeza de mi hijo”
El dolor y el temor a represalias hicieron que los familiares de uno de los dos cuerpos hallados descuartizados no revelaran su identidad, pese a que ya habían corroborado que uno de los cuerpos era de su pariente.
“Una de las cabezas era la de mi hijo, pero no podemos decir más, no sabemos por qué lo mataron y tenemos miedo que nos hagan daño”, dijo el padre de uno de los dos hombres, cuyo cadáver fue hallado dividido en seis partes.
Otro familiar sostuvo que su allegado tenía 22 años y que vivía en el noroeste.