Investigadores de la Universidad de Stanford (California) determinaron que el control del ritmo de los glucocorticoides, comúnmente conocidos como las hormonas del estrés, reduce el aumento de peso, según un estudio publicado en la revista especializada Cell Metabolism.
Este informe proporciona la primera comprensión molecular de por qué las personas aumentan de peso debido al estrés crónico, los ritmos circadianos alterados y el tratamiento con glucocorticoides, usado en pacientes con artritis reumatoide y asma.
«Esta investigación explica por qué los tratamientos con glucocorticoides están tan relacionados con la obesidad, y sugiere formas en que dichos tratamientos puedan administrarse sin los efectos secundarios comunes del aumento de peso y la pérdida de calidad ósea», señaló la autora principal del trabajo, Mary Teruel, de la Facultad de Medicina de Stanford.
Las células de grasa normalmente se regeneran a un ritmo del 10 % por año, un fenómeno que ha sido el foco de investigación de Teruel durante varios años.
«Ahora sabemos el código circadiano que controla el interruptor hacia el aumento de peso, y hemos identificado moléculas clave que están involucradas», apuntó Teruel, que dijo que el equipo descubrió que la maduración de las células grasas aumenta si la exposición a glucocorticoides dura menos de 12 horas.
El nivel de glucocorticoides de una persona sana aumenta y disminuye en un ciclo circadiano de 24 horas, alcanzando un máximo alrededor de las 8 de la mañana y cayendo a su nivel más bajo alrededor de las 3 de la madrugada del día siguiente.
Además, el nivel de estas hormonas, que activan células precursoras para que se conviertan en células grasas, también se incrementan por el estrés: los picos cortos son inducidos por el estrés a corto plazo, como el ejercicio, y los aumentos sostenidos son causados por el estrés crónico.
En condiciones saludables, menos del 1 % de las células grasas precursoras de una persona se convierten en células grasas, algo esencial para reemplazar las células maduras dañadas y renovar y mantener un tejido graso saludable.
«Entonces, ¿qué detiene los aumentos diarios normales y saludables en nuestros niveles de glucocorticoides debido a los ritmos circadianos y las tensiones saludables a corto plazo que provocan que todas nuestras células precursoras se conviertan en células grasas?», se preguntó Teruel.
Los científicos descubrieron que un pulso de glucocorticoides de 48 horas conducía a la mayoría de las células a diferenciarse, mientras que pulsos más cortos con al menos 12 horas entre ellos daban como resultado una diferenciación mínima.
Además, experimentos adicionales del mismo equipo mostraron que el cuerpo humano se basa en dos tipos de retroalimentación positiva -rápida y lenta- para permitir que las células precursoras ignoren la subida y bajada normal de los glucocorticoides.
Como último paso, exploraron durante 21 días los efectos en ratones y hallaron que la pérdida del ritmo circadiano normal para los glucocorticoides llevó a doblar la masa grasa de los animales.
Aunque todos los ratones comieron la misma cantidad, solo los que recibieron glucocorticoides aumentaron de peso: la duplicación de su masa grasa se debió tanto a la creación de nuevas células de grasa como al crecimiento de las células de grasa existentes.
«Dado que la conversión de células precursoras en células adiposas se produce a través de un interruptor biestable, concluimos que se puede controlar el aumento de peso con pulsos», finalizó Teruel. EFE