Una parte de los predios en los que se iba a construir la refinería del Pacífico, en El Aromo (Manabí), había sido acondicionada como pista aérea. Se habían colocado luces y se tenían otros aparatos portátiles para orientar a las naves.
El lunes pasado, en ese lugar, la Policía montó un operativo en el que detuvo a nueve personas que portaban 16 armas sofisticadas, capaces de traspasar chalecos antibalas. Pese a ello, una avioneta logró escapar de esa pista clandestina.
Todo aquello ocurrió en los predios estatales, que supuestamente estaban con vigilancia. La Policía, que seguía la pista a una banda dedicada al tráfico de drogas, sostiene que allí se había establecido un centro de operaciones.
El uso ilegal de esos predios volvió a poner en evidencia que el narcotráfico está aprovechando los limitantes que tienen los controles, especialmente en territorios como Manabí, donde ya se han detectado varias narcoavionetas.
Oswaldo Jarrín, ministro de Defensa, reconoció el viernes pasado que es complejo detectar naves volando a baja altura. Y eso parece complicarse más porque en Manabí hay un radar que está ‘degradado’, pues ese aparato tiene más de 30 años.
En septiembre del 2018, el gobierno de Lenín Moreno aceptó la colaboración de Estados Unidos con una aeronave (P-3 Orion) que sobrevuela territorio nacional. En la primera semana el avión ayudó a capturar tres toneladas de droga.
No obstante, las pistas clandestinas son una alternativa que están aprovechando las redes del narcotráfico para movilizar droga en Ecuador.
El general Marco Villegas, director de la Unidad de Antinarcóticos de la Policía, indicó que desde el 2003 hasta la presente fecha los operativos antidrogas han registrado 19 aeronaves en estas actividades ilícitas.