Por: Kerlley Alejandra Ponce
Con la mirada caída y los ojos llenos de lágrimas un joven alto, delgado y de cabello oscuro contaba su historia. Ezequiel, así lo llamaremos, su nombre es ficticio pero su historia es real.
Nació en Manta hace 21 años, desde pequeño le llamó la atención la medicina que es lo que ahora está estudiando, sin embargo, hoy la vida de Ezequiel es un ejemplo en la sociedad de que la violencia física y psicológica también es sufrida por los hombres.
Se crió con sus abuelos maternos desde muy pequeño, pues su madre salió del país para buscar un mejor empleo y poder cubrir los gastos, mientras que su padre nunca se hizo responsable.
Para él, su papá siempre fue su mayor vacío, el no tener a sus padres cerca hizo que se sintiera solo, pero no fue un impedimento para que siguiera sus estudios hasta lograr obtener el cupo en la carrera de medicina en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí.
Un día Ezequiel sentía que la carga económica para sus abuelos y su mamá era demasiado, por lo que decidió comenzar a buscar un trabajo de medio tiempo para así poder ayudar en su casa. En la mitad de la búsqueda encontró a una chica rubia, debajo de un árbol con un bolso en la mano, se acercó a ella con la excusa de preguntarle la hora.
La chica llamada Carolina trabajaba vendiendo maquillaje. Fue el comienzo de una historia de amor y violencia.
Tras un año dos meses de relación decidieron vivir juntos. Ezequiel había llenado con ella el vacío que habían dejado sus padres. Todo marchaba bien, juntos lograron poner su propio negocio: una escuela de maquillaje y también la venta del mismo, habían crecido en poco tiempo.
En esos días agitados Carolina se estaba sintiendo algo rara y además tenía un retraso de dos semanas en su período. Con la mezcla de emociones un jueves por la tarde Ezequiel y Carolina deciden realizar una prueba de embarazo en un laboratorio, la espera del resultado se hizo eterna, los minutos parecían horas. Al abrir el sobre, ¡positivo! iban a ser padres.
Al cuarto mes de embarazo comenzaron los problemas. El negocio, aunque había crecido causaba malestar en Carolina, se sentía una trabajadora más, sin ningún privilegio por haberlo emprendido, los celos también se adueñaron de la relación. Los reclamos de Carolina se hacían constantes.
Ezequiel ya no podía estudiar tranquilo, cada vez que regresaba de la universidad estaba Carolina para acusarlo de infiel. Sus palabras eran hirientes, le repetía a diario que nunca llegaría a ser doctor, que quedará frustrado y que sólo iba por las chicas que había en su clase.
En cada ocasión la voz se elevaba más, convirtiéndose en gritos. Comenzaban los golpes en las mesas, paredes o lanzaba objetos hacia él. La situación se volvía violenta y ya no sólo de manera verbal y psicológica, sino física también.
Al pasar unos meses, Ezequiel entraba a un nuevo semestre. Le había pedido de favor a Carolina que lo matriculara, él se encontraba ocupado comprando cosas para la escuela de maquillaje que abría un nuevo curso. Fue entonces cuando Carolina encontró la oportunidad para que Ezequiel dejara de estudiar, decidió no matricularlo y mentirle al respecto.
Cuando Ezequiel se enteró que ya no tenía un cupo para continuar con sus estudios su cuerpo y mente se invadieron de impotencia y decepción, había perdido algo por lo que luchó. Agregando todos los malos tratos y la manipulación de su novia, Ezequiel pensó que lo mejor sería terminar con la relación.
Vidrios por todos lados, la mesa volteada, el espejo roto y el cuerpo de Ezequiel sangrando, ese fue aquel escenario que Carolina armó cuando rompieron con ella. Fue el acto más violento que hizo reaccionar a Ezequiel y decir ¡hasta aquí! Sentía que ya había aguantado lo suficiente.
Ezequiel intentó sacar sus cosas para irse de la casa, pero Carolina no lo dejó, tuvo que irse sin nada. Dejó todo su trabajo ahí, su material laboral, su ropa, sus libros y cree que hasta sus sueños.
Actualmente Ezequiel vive en casa de un amigo, intenta salir adelante vendiendo el poco maquillaje que días después pudo sacar de la casa de Carolina.
Aún no ha entrado a estudiar y aún no ha nacido su hijo, quien por cierto es un varón. No ha querido volver a saber de Carolina.