Diario Extra.- Tiene 37 años y la vida le tenía marcado el destino de jugar la final de LigaPro 2022, bien sea por Aucas o Barcelona… ¿Barcelona? Sí, Roberto ‘La Tuka’ Ordóñez bien pudo estar en el equipo de Fabián Bustos, pero por sus 37 años le dijeron ‘nones’.
Ordóñez saca su ‘bazuca’ y se confiesa con EXTRA, mientras sueña con dar, otra vez, la vuelta olímpica.
¿A 90 minutos de volver a ser campeón?
Contento, porque sé que Dios se nos va a revelar de una manera sobrenatural. Él va a permitir que podamos glorificar su nombre con nuestra hinchada y con más de medio país apoyándonos.
¡Epa!, ¿más de medio país, si dicen que Barcelona es la mitad más uno?
Sí, más de medio país, si hasta los barcelonistas nos apoyan y nos dicen que son del Ídolo, pero quieren que seamos campeones. Me dicen que es por mí, por Aucas y por todo lo que venimos haciendo. Estoy seguro de que es medio país que está con nosotros.
Recordó las lágrimas que le costó estar en Aucas al inicio del 2022.
¿Barcelonistas con la Tuka?
Hay gente positiva, esto es lo lindo del fútbol, que une a todos. Pero esto de recibir el cariño y el amor de otras hinchadas todo el año lo hace Dios.
Ordóñez bien pudo jugar con la camiseta 17 de Barcelona esta final, ¿es cierto eso?
Eso es verdad, en el 2021 hablé con el profesor Fabián Bustos, pero muchas personas no me querían por mi edad (36 años en el 2021). Pero esto es fútbol, hoy visto la de Aucas y la camiseta que me ponga la defiendo al 100 % con mucha lealtad.
¿La edad pudo más que lo futbolístico para Barcelona?
Correcto. Decían que en lo futbolístico sí, pero por mi edad no. Lo que yo supe es que Fabián (Bustos) quería unir a la dupla con Carlos Garcés, que le dio muchas cosas en Delfín, pero no se dio. Hablamos mucho, pero no se dio y luego vino lo de Aucas, donde me siento a gusto.
¿Qué es lo mejor que le ha pasado a Ordóñez en la segunda etapa?
Dios ha puesto su gracia en mí. Eso es lo más lindo, soy su mensajero o portador para este equipo, que en realidad es una familia. Y también el haber conocido a César Farías, un entrenador que ha permitido que Ordóñez vuelva a nacer en el fútbol.
En Guayaquil el empate era bueno, pero se llevaron los tres puntos…
Perdón, te corrijo, nosotros no fuimos por el empate, llegamos a buscar el partido, a ganar. La meta era ganar o nada. Por eso salimos a jugar, nunca quemamos tiempo, todo lo hicimos rápido. En Quito será igual, no vamos a regalar nada.
En el 2019 fuiste campeón, ahora en el 2022 estás a 90 minutos, ¿hay algo que no hiciste con Delfín y lo quieras hacer con Aucas?
Ahora Dios en el 2022 me ha puesto para bendecir, oras por este equipo y estoy cumpliendo lo que Él me ha encomendado. Si Dios me dejó acá es por un propósito que es engrandecer al Creador.
De la ansiedad de la primera etapa que no te querían, pasaste a ser pieza clave.
Te confieso que en la primera etapa lloraba con mi esposa por todo lo que estaba pasando. Tenía deudas y quería retirarme del fútbol, pero ella me decía ‘que Dios haga su obra’. Me pedía que no deje el fútbol y mira lo que ha pasado.
¿De las lágrimas a la felicidad?
Escuché unas palabras de Luis Cangá, que dijo que había dado tanto en Delfín y se sintió mal pagado, llegó triste a Ecuador y ahora ve la alegría en Aucas y expresa que después de momentos difíciles también hay buenos y eso es real. En mi casa yo tuve mucha gente en contra, pero ahora estamos a punto de lograr el objetivo.
En la retina del hincha hay dos cosas que no olvidan: el festejo que dio la vuelta al mundo, cuando se sentó en las gradas, y cuando un fanático te dijo “Tuka, saca tu cañón”… ¿qué tienes preparado para el domingo.
En realidad no he pensado nada, lo que sí quiero hacer es poder gritar que somos campeones, darle las gracias a Dios, abrazar a todos, festejar. Te imaginas que nunca Aucas ha sido campeón y lo logremos, eso sería increíble. Pero faltan 90 minutos ante un gran equipo que es Barcelona.
Y si somos campeones, quiero dar un mensaje de agradecimiento a Dios. Eso sí lo tengo guardado en mi corazón y eso es lo que más sueño, quiero ser campeón, eso es lo único que tengo en mente.