La esperanza de hallar con vida a Emilia Benavides Cuenca se esfumó ayer. Cuatro días después de la desaparición de la niña, su cuerpo incinerado fue encontrado en una quebrada, a un costado de la carretera que conduce a Chuquiribamba, en el noroccidente de Loja.
A ese lugar llegó la policía luego de que horas antes capturó a un sospechoso que habría confesado el sitio donde se arrojó a la niña de 9 años, de la que no se tenía rastros desde el viernes pasado cuando salió de la escuela.
Una cámara de vigilancia captó al mediodía del viernes su última imagen en el centro de la capital lojana. Estaba esperando el bus para dirigirse a su casa, en el barrio Ciudad Alegría, en el norte.
Su familia, sus amigos y la ciudad se habían volcado a una intensa búsqueda desde ese momento, colgando pancartas en varios lugares con fotografías de Emilia.
La policía identificó al sospechoso del asesinato de la niña como José Fabián N. R., un instructor de baile, masajista en gimnasio y promotor de actividades lúdicas con niños. Era un conocido de la familia de la menor, según los primeros indicios del caso.
Él fue capturado la madrugada de ayer en su domicilio. Se lo identificó porque aparece en las imágenes de una cámara de seguridad de un local comercial en el sector oriental de la calle Lourdes, a 400 metros de la escuela de la menor.
De acuerdo con las indagaciones, José Fabián N. R. se habría contactado a la menor valiéndose de la relación de amistad con su familia y luego la habría llevado a una casa para encerrarla.
Los restos de la menor fueron encontrados porque el propio implicado habría indicado el sitio en el que se encontraba el cuerpo de Emilia.
No se ha esclarecido lo que motivó al sospechoso a asesinar a la menor, aunque versiones preliminares refieren a un problema con los familiares.
El comandante de la Policía Nacional, Ramiro Mantilla, sostuvo que al ser detenido el sospechoso «confesó el crimen» y que en el momento del arresto se hallaron algunas evidencias.
Tras conocerse del asesinato de la menor, cientos de personas se congregaron en los bajos de la Gobernación.
Monseñor Alfredo Espinosa, obispo de Loja, se dirigió a la gente para pedir calma. «No queremos actitudes de odio ni revancha, no es fácil hoy hablar de la fe, porque la parte humana nos lleva a dar una respuesta que debe darse y es la respuesta de la justicia, pero no debe haber actitudes de odio».
El viceministro del Interior, Andrés de la Vega, dijo que este caso no quedará en la impunidad y que se han desplegado esfuerzos para poder determinar la causa del fallecimiento. (I)